Hay etapas en las que Dios te regala nuevos hermanos y otras en las
que Dios mismo te los quita. El período veraniego de este año 2016 es el que
Dios ha querido utilizar para llevarse junto a Él a varios hermanos sacerdotes.
Hoy será enterrado D. Manuel García Muñoz a quien Dios tuvo a bien poner en mi
vida hace ya muchos años. Eran tiempos de una nueva y, para mi, enriquecedora experiencia
en la iglesia de Jaén. Formé parte del consejo de pastoral diocesano durante
varios años y conocí, porque así lo quiso Dios, a gente maravillosa, a hombres
y mujeres de Dios. Ahí te conocí Manuel
y, sin saberlo tú, comencé a admirarte. El silencio,la mirada afable, la medio
sonrisa, así te recuerdo yo. Pero cuando tomabas la palabra y te dirigías al
pleno del consejo yo me iba empapando como una esponja de aquel saber, de la forma
de exponer y percibí que las palabras que hablabas eran parte de ti. En muchos
casos las palabras parecen no pertenecer a quien las dice de lo diferentes que
estos dos elementos lo son entre sí.
Pero tus palabras Sí eran parte de ti, así lo percibí yo. Esta tarde
enterrarán tu cuerpo y como materia física que es volverá a la madre tierra.
Más lo que te hacía ser como eras, lo que te hacía tan especial era tu ser de
Dios y eso… eso jamás se lo comerá la tierra porque eso desde el principio de
los tiempos es sólo de Dios.
Tenemos casi todos hermanos de sangre, nacidos de los mismos
padres pero yo he experimentado que más que la sangre humana lo que te hace
verdadero hermano es esa otra sangre, no humana, la sangre del CRISTO. Esa sangre
lleva en su esencia el unir tan fuerte que ya dos o más seres dejan de serlo
para convertirse en UNO. Sangre de Cristo que embriaga de forma tan
trascendente que todo tu ser en unidad con los que se dejan embriagar por ella,
resuena en el espacio y en el tiempo como un único latido. El latido del Amor
Crístico.
Así nos une Cristo, entre nosotros, a los cristianos y así nos hace UNIDAD con Él y así
quiero fundirme yo con el sufrimiento y el gozo de tantos hermanos que, nacidos
de distintos vientres terrenos, hemos formado UNIDAD con la sangre del CRISTO.
Manuel, no sabes cómo me gustaría estar en el templo contigo
esta tarde, pero no pudiendo estar ahí, lo
estaré en ese otro templo que Dios ha puesto a mi alcance y, mirando al cielo
cual altar de Dios, rezaré por ti. No dejes tú de rezar, desde Dios, por mí y
por esta iglesia de Jaén que quiere la sociedad que atraviese tiempos de
indefinición. La iglesia se define en Dios, por Dios y con Dios. Ayúdanos tú
desde el lugar que ÉL te ha reservado.
Descansa en Paz Manuel. Y perdona porque desde lejos te
admiré y , de cerca, nunca te lo revelé.
El día de su asunción, la VIRGEN MARÍA MADRE DE DIOS te acogió y te
sonrió.
Purificación García.
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