Cuántos interrogantes nos hacemos
en este tiempo de coronavirus y, en demasiadas ocasiones, los hacemos volviendo
la mirada al Señor. Sí el mismo Señor del que hoy toda la iglesia celebra su
entrada triunfal en Jerusalén y.. ¿qué nos dice nuestro interior?... Escuchamos
en nosotros quizá a modo de reproche ¿Por qué Señor? ¿Por qué has permitido
toda esta lacra? ¿Por qué Señor no haces que todo acabe en un instante? ¡Sólo TÚ
puedes hacerlo!
Señor tal día como hoy Tú
entraste en Jerusalén y la gente te acogió y te recibió con fiesta portando
ramas en sus manos que agitaban al viento como bienvenida y colocaban en el
suelo como alfombra para ti. Pero Tú, mi amado Señor, ya sabías que todas
aquellas voces y gestos de alegría en tu presencia se tornarían unos días más
tarde en el desgarrador ¡ CRUCIFÍCALE!.
Tú pasaste haciendo el bien,
predicaste sólo el AMOR A DIOS Y A LOS HERMANOS, y muchos iban a escucharte
porque sentían que su interior se colmaba de paz y armonía al escuchar esas palabras
por ti pronunciadas que le sabían a DIOS.
TÚ QUE ERES PALABRA QUE DIOS PRONUNCIÓ
Y QUE FUE HECHA CARNE SÓLO POR AMOR; Y PARA SALVAR A TODA LA HUMANIDAD HICISTE
RESONAR DURANTE TU ESTANCIA ENTRE NOSOTROS ESA MISMA PALABRA DIVINA, ESPERANZADORA, VIVA, VIVIFICANTE Y
SALVADORA.
Otros muchos te escuchaban porque
experimentaban que tus palabras no eran vanas, tus palabras eran de vida
eterna, tus palabras eran activas y eficaces. Tus palabras saciaban el hambre
material y espiritual del mundo desorientado como estaba y como hoy lo sigue
estando. Hoy que al mundo le sobran palabras vacías porque no van acompañadas
de acción. Sin embargo, Tú Señor eres ACCIÓN aún sin pronunciar palabra alguna.
Llegado este tiempo de pandemia
no quiero, Señor, yo preguntarte el por qué de esta situación, no quiero
decirte por qué te escondes en este tiempo de nuestra tribulación y permites
que esto suceda. Quiero, más bien, entrar en mi interior y buscarme a mí misma en
aquel momento pasado cuando el hermano sufría por la injusticia sobre él
cristalizada; cuando el hermano gemía por el hambre; cuando tantos niños morían
por enfermedades que se hubieran curado con un antibiótico que es de uso común
en el primer mundo; cuando el niño, aún en el claustro materno, lanzaba
alaridos de dolor , gritos mudos para el mundo pero vibrantes por su estruendo
para ti Señor; cuando el alma del anciano lloraba de soledad o cuando los
campos y océanos se llenaban de nuestros desperdicios quitando el oxígeno a sus
legítimos inquilinos; ¿Dónde estaba yo? ¿Estaba amando y ayudando a los otros?
¿Estaba quizá desoyendo el sufrimiento de mis hermanos mientras escuchaba mi propia
voz en forma de canción? Cómo echarte nada en cara a ti Señor, a ti que naciste
para amarnos y que fuiste clavado en la cruz sólo por AMOR; que cargando en ti nuestro
pecado, cual tu cruz, sufriste toda clase de insultos y tu agonía fue la mayor y seguiste hacia
adelante para mostrarnos a todos nosotros, indignos como somos, LA GLORIA DE TU
RESURRECCIÓN y con ella nos mostraste que la muerte es vencida, que jamás ella pondrá
el punto final en nuestra vida. GRACIAS POR TODO ELLO MI AMADO SEÑOR.
¿Cómo pedirte que nos saques de
este claustro doméstico forzoso? ¿Acaso no fui yo, quien a ti, te llevo a
prisión?
¿ estuve allí contigo?
En tiempo de grandes pruebas como
la que estamos viviendo mi amado Señor, nos definimos todas las razas
¡Defíneme Tú a mí, Señor!
Si esto no hubiera sucedido,
estaríamos inmersos en la preparación y vivencia de la Semana Santa. Unos sólo
viviendo la liturgia en el templo, otros en las variadas procesiones que tienen
lugar estos días, otros inmersos en todo. ¿ Quién nos iba a decir que todo esto
enmudecería? Nos hubiera parecido
imposible y sin embargo algo tan pequeño tan pequeño que se hace invisible ha
cambiado nuestra vida, ha roto nuestras rutinas, nos ha enseñado que el ser
humano por muy científico que sea no puede, por sí sólo, responder los grandes
interrogantes. El virus ha venido a decir a la comunidad mundial ya sea
científica, política, social, la de vanguardia y la de retaguardia : ¡NADA SOIS!
¡NADA!.
Y ahora escucho por los medios de
comunicación y redes sociales que quieren posponer las procesiones de Semana
Santa a septiembre o cuando mejor le venga a cada diócesis. Y yo pienso y mi
interior grita. QUÉ NECIOS SOMOS, SEÑOR.
¡HUMILDAD!,
¡HUMILDAD!, ¡HUMILDAD!, NECESITAMOS HACERNOS HUMILDES. Nos decía
Santa Teresa que humildad es andar en verdad. Eso es lo que el mundo necesita
andar en VERDAD. El mismo Jesús nos dijo. YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA
VIDA.
Si posponemos todo lo que en esta
semana habría tenido lugar a otra fecha es que no hemos aprendido nada.Hemos de
bajar nuestra mirada altanera y decirle al SEÑOR, hágase en mí tu Volutad. Y ya
que todas las procesiones que pasearían por nuestras calles estos días portan
imágenes de Jesús, nuestro Señor, o de su Madre la Virgen María digamos como
ellos : ¡ HÁGASE TU VOLUNTAD Y NO LA MIA!.Actuemos según Dios.
Por propia experiencia puedo
decir que si no aprendemos humildemente la lección a la cual nos vemos impelidos
por las circunstancias, tendremos que repetir la prueba por lo que más vale
aprender a la primera. Es decir, el examen hay que realizarlo por lo tanto hay
que estudiar y aprender lo suficiente para pasarlo con éxito, pero si no
queremos aprender entonces suspenderemos el examen y tendremos que ir a
septiembre o a diciembre… hasta que hayamos aprendido la lección.
Yo, como
cristiana, he de aceptar que hay cosas o situaciones que no se pueden posponer a
nuestro antojo. Humildemente marquemos en nuestro interior que hubo un año
en el que no pudieron salir a las calles las imágenes de nuestro Señor. Que
hubo un año que lo vivido nos hizo recordar y sentir próximo lo que cantaba el
pueblo de Israel cuando fue deportado a Babilonia, y que seguimos cantando en el salmo 136 :
nos sentamos a llorar con nostalgia de Sión;
en los sauces de sus orillas
colgábamos nuestras cítaras.
Sean nuestros hogares el lugar
por el que procesionemos esas imágenes que son titulares de nuestras cofradías,
expandamos y compartámoslo por las redes sociales pero sobre todo, alimentemos
la humildad en nuestro interior y que ella nos ayude a ser fuertes aceptando la
Voluntad de Dios y, así, pronto será historia esta situación.
A Dios que es UNIDAD TRINITARIA, que
es misericordia, le pido por toda la humanidad. Ayúdanos en esta prueba y si en nuestra vida, vemos que la desesperación se
vislumbra pido al la MADRE DE DIOS Y MADRE NUESTRA, LA VIRGEN MARÍA QUE ES
MADRE Y REINA DEL MONTE CARMELO, nos proteja con su manto para que la desesperanza
no nos agarre. Y por mí misma pido humildemente :… SEÑOR HÁGASE EN MÍ TU VOLUNTAD
Y NO LA MÍA.
Purificación García.
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