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jueves, 3 de septiembre de 2020

             AVIVAR EL FUEGO A CUBETAZOS DE AGUA

 

No voy a hablar de la pandemia que de eso ya sabemos todos lo mismo incluios los responsables nacionales ¿cuánto sabemos? NADA.

¿Por qué no sabemos nada? Explicito la pregunta ¿Por qué los responsables mundiales y los nacionales no saben nada? Porque no aman al pueblo. Porque sus egos son más mortíferos que ninguna arma jamás conocida. Si amaran al pueblo, si sintieran en sí mismos el dolor que está mutilando a su pueblo no perderían el tiempo articulando palabras que todas llegan a ser vanas porque están totalmente desvinculadas de cualquier rastro de VERDAD. No se irían de vacaciones a desconectar, a desconectar ¿de qué?  Quizá del dolor del pueblo que sufre por el virus y por la ineptitud de los que cada mes reciben una buena nómina gracias a ese pueblo que hoy está sufriendo el maltrato. ¿Acaso no es un maltrato que se vayan de vacaciones dejando en la desolación económica a cientos de miles de personas? ¿No sería mejor que dividieran sus sueldazos en varias partes y con cada una de ellas ayudaran a una familia que, por mala gestión de ellos, se han quedado sin nada?.

Bueno, ahora aterrizo un poco más. Nosotros, los católicos practicantes  hemos sufrido el terror del confinamiento como todos los demás, pero con un dolor añadido NO HABER PODIDO COMULGAR. Desde que acabó el confinamiento y ya abrieron los templos pudimos, por fin tomar la comunión. Eso sí respetando las normas sanitarias que se volvieron para muchos más urgentes que las normas cristianas.

Ahora ya tenemos experiencia de comportamiento en esta situación. Entramos a los templos y allí está el gel para quien no lleve el suyo propio, los bancos marcados para saber cuantas personas se pueden sentar en cada uno, la mascarilla puesta.

Pero hoy al ir a misa en mi pueblo, a la entrada me han tomado la temperatura como a las otras 5 ó 6 personas que han ido. Esto me ha sorprendido negativamente, en otros lugares  a los que yo también asisto a misa no hacen esto.

Y ahora yo pregunto ¿Para qué quiere saber un seglar la temperatura de mi cuerpo?  Acaso no es éste un dato íntimo?. Durante este tiempo he ido un par de veces al centro de salud y allí no me tomaron la temperatura al entrar.

¿Qué puede llevar de negativo y dañino un dato tan íntimo como la temperatura corporal?

Como los maestros en la escuela cuando éramos pequeños , RAZONO LA RESPUESTA A ESTA PREGUNTA.

Imaginemos que un día voy al templo y tengo la temperatura alta porque tengo un problema de muelas, o una herida en lugar escondido. ¿Qué pasa? ¿Tengo que comunicar a un seglar mi afección de salud? PUES NO, SIMPLE Y LLANAMENTE NO.

Continúo con mi razonamiento. Ahora son frecuentes los funerales en  mi pueblo a los cuales va mucha gente, siempre respetando el aforo, claro. Imaginaos que toman la temperatura a una persona y marca 38 grados, ¿entonces? ¿Te denuncian a las autoridades sanitarias? ¿no te dejan entrar? ¿Y entonces? Entonces te han ocasionado un gran problema porque imaginad que esa persona que parece tener fiebre está cuidando de sus padres ya ancianos, si la obligan a confinarse ¿Quién los cuidará? Imaginaos que una persona que depende de su trabajo, por haber asistido a un funeral y marcar una temperatura concreta la confinan en su casa sin poder ir a trabajar, ¿Quién se va a ocupar del bienestar de su familia?  Imaginaos que toman la temperatura en un momento de la típica calorada de la menopausia. ¿ y si no te dejan entrar? Esto sería materia grave a mi modo de ver porque estaríamos traicionando las enseñanzas de CRISTO, que curaba, acompañaba, consolaba, perdonaba enseñándonos que nosotros debíamos hacerlo también.

Qué pasa con todo esto, pues que quizá algunas personas dejen de ir a misa, imprescindible para un católico,  y curativo para los que sufren la ausencia de su familiar fallecido que se sienten acompañados en el momento de la misa cuando la comunidad reza unida por esa persona.

Sé que ninguna persona de mi pueblo, Peal, que sepa que se ha contagiado con el virus va a asistir a la misa porque nadie quiere contagiar a los otros a sabiendas.

Pero es comprensible que nadie quiera exponerse a un confinamiento, sin causa, porque un termómetro ha marcado más grados de los que considere quien toma la temperatura.

Por eso he titulado este artículo AVIVAR EL FUEGO A CUBETAZOS DE AGUA, porque los templos estuvieron cerrados y no precisamente por falta de cristianos, en el tiempo de confinamiento. Las misas, por las redes, que ayudó mucho a todos. Pero si queremos avivar el fuego interior, LA LLAMA DE AMOR VIVA de la que nos hablaba San Juan de la Cruz, necesitamos comulgar, necesitamos confesar, en definitiva NECESITAMOS LOS SACRAMENTOS.

Si ponemos obstáculos para que esto se lleve a buen puerto, para que podamos recibir los sacramentos estaremos colaborando a apagar el fuego vital que se nos confiere con ellos. Y que nadie me diga que esta actitud es por el bien de la comunidad porque la comunidad sabe cuando alguien quiere su bien porque recibe esa bella energía de sentirse amada.

 

 

 

Purificación García.

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