Estimado P. Arsenio:
Que Dios ilumine su rostro sobre
ti y te conceda su paz. Que Dios te sonría. Que la Virgen te cubra con su manto
y te proteja del frío del mundo. Que el Espíritu de Dios aliente y anime,
inflame y haga vibrar el espíritu misionero que mora en ti.
Te escribo para, como me pediste
por teléfono, contar esa maravillosa experiencia de la que Dios me ha permitido
disfrutar el pasado 24 de Diciembre, en la Noche Buena.
Verás todo comenzó con un fuerte
deseo surgido en mi interior desde hace muchos años y que el que me ama más y
mejor, que es Dios mismo, ha tenido a bien conceder que se materializara en
esta Noche Buena de 2010.
El Domingo 19 de Diciembre mi
marido participó de la Eucaristía en la residencia de ancianos de Cazorla en la
que las madres Mercedarias realizan una espléndida y amorosa labor, mientras tanto yo
preparaba todo lo referente a los cantos para participar de la Eucaristía en
Peal de Becerro, con los niños del coro. Nada más salir de la celebración, mi
marido me llama por teléfono y me dice: ¿sabes que me ha dicho Dios? No ¿qué te
ha dicho? Que esta Noche Buena la compartiremos con los pobres. Que gozo me
inundó, qué alegría tan grande. Yo sabía que si él lo decía trabajaría lo
indecible para hacerlo realidad. Así que como buen organizador comenzó a hacer
campaña. Lo contó a algunos amigos, a conocidos… a todos les pareció muy bien.
Algunos decían: Ya sabes Ángel ese día estaremos cenando con nuestras familias.
Y él decía: lo sé, pero no importa, colabora trayendo comida, de la que tú vas
a comer ese día, y la compartirás con los que están solos y lejos de sus
países. Y…así fue.
El viernes día 24 a las dos de la
tarde ya estaba el local acondicionado, la mesa decorada , los centros de
flores sobre las mesas y la impaciencia a flor de piel.
Qué maravilla P. Arsenio, que gran maravilla.
Empezaron a venir dos horas antes
de lo previsto y es que esa noche hacía mucho frío en la calle y el local
estaba calentito.
Alrededor de las siete y media de
la noche se sentaron a la mesa y nuestros amigos servían las mesas con una
enorme alegría. De vez en cuando algunos de los comensales llamaban por
teléfono y a los diez minutos llegaban otros diez más a comer. Al poco llegaban
otros veinte más y yo miraba a mi marido y decía parece que va a faltar comida
pero no lo había acabado de decir cuando por la puerta entraba gente del pueblo
cargados hasta las cejas de comida , plátanos, refrescos, tortillas de patatas.
Al buen rato ya tuvieron que irse
los amigos con sus familias y quedamos mi marido y yo sirviendo las mesas. Parecía
que volábamos y en las caras de todos los que allí cenaban esa noche se
reflejaba tranquilidad y alegría. Se hicieron fotos, conmigo también. Y hay
cosas p. Arsenio que nunca olvidaré. Resulta que aquellos con los que habíamos
compartido este proyecto, a su vez, lo hablaron con otros que también
quedaron tocados por esta experiencia.
Así que cuando yo tenía miedo de que faltara comida, llegaba otro buen grupo de
personas del pueblo con las que yo no había contado y hubo para todos.
Pensé en la multiplicación de los
panes, ese enorme milagro de Señor que dio de comer a tantas personas. Nosotros
sólo necesitamos algo imprescindible: querer hacer las cosas.
Ojalá pudiera fotografiarle la
imagen que hay en mi cabeza de los rostros de las personas que llegaban a dejar
los víveres, el gesto de sorpresa agradecida, eso…eso… p. Arsenio fue, para mí
enorme.
Hay un bellísimo detalle que
quiero contarle. Cuando se estaba planificando todo compartimos esto con un
matrimonio del pueblo, conocido nuestro y nos dijeron que colaborarían en lo
que pudieran pero que tenían a su nieto, un niño de dos años, en el hospital y
que estaban muy preocupado por él, pero no obstante traerían algo. Y fíjese, p.
Arsenio, esa Noche Buena por la tarde cuando estaba el salón lleno de
comensales, llegaron ellos con su hijo, el padre del niño enfermo, acababan de
llegar del hospital porque le habían dado el alta por la tarde al pequeño y no
se olvidaron de los más pobres, llegaron a vernos y trajeron cosas que a los
comensales agradó mucho. El hecho de verles allí recién llegados del hospital
fue para mí realmente emocionante y digno de elogio. Feliz recuperación para tu
nieto Rafi.
Cuando les servía yo la mesa mi
corazón estaba en un estado que no sabría definir no era felicidad era algo
más. Recordé a la madre Teresa de Calcuta y la comprendí. Recordé a los
religiosas y religiosas que conozco que misionan aquí o allá, qué más da, el
país no importa. El verdadero lugar para llevar a cabo la misión de Cristo es
el hombre, no un país o una región determinada del planeta.
También quiero compartir con
usted P. Arsenio el detalle de unos amigos que no pudieron estar allí porque
tenían la familia en otro pueblo. Por la tarde prepararon unas bandejas de
cosas ricas, las decoraron, cuidaron hasta el último detalle y pensé cuando vi
esas preciosas bandejas: Parecen estar preparadas para la realeza. ¡qué
detalle!
Un amigo que acaba de abrir
tienda en Peal nos proveyó del pan y los dulces. Otros llevaron coca cola..en
fin.. nadie se quedó sin cenar esa maravillosa noche.
El párroco, D.Agustín, se pasó
por allí y vio el fluir de la gente y aproveché para decirle: desde aquí me voy
para la misa del gallo, así que si mi ropa huele a comida ya sabe el motivo.
Aún me dura la alegría. Y quiero
compartirla. Y quizá a alguien le sirva si digo que los salones improvisados
para este evento fueron las oficinas de una empresa. Ya ve las oficinas y las
empresas dan mucho juego.
Quiero agradecer a Dios
profundamente la enorme experiencia que ha tenido a bien hacerme vivir. Quiero
agradecer a todos los que colaboraron…a todos los que estuvieron allí.. a todos
… los que querían y no pudieron estar. A todos… a todos ….GRACIAS.
Desde ese día ya no veo
extranjeros en mi pueblo. Veo a hombres y algunos casi niños. Conozco el nombre
de muchos, no me atrevo a escribirlo por si lo escribo mal pero cuando voy por
la calle y les digo adiós nos identificamos con una enorme sonrisa que creo que
es la distancia más corta entre dos personas.
Le recordé esa noche P. Arsenio y
así también usted estuvo allí. Mi corazón estuvo lleno de gente, mi amor en
Cristo los hizo presentes.
No sé si esa noche hubo más
comida o hubo más amor, el amor que Dios nos regala nos hace multiplicar los
talentos. Todo lo podemos hacer, sólo hace falta amar mucho y querer hacerlo.
Esa noche comprendí profundamente que si los poderosos quisieran no habría
pobreza en el mundo. Comprendí que los que gobiernan en todo el mundo aún no
han comprendido el motivo por el cual Dios les ha permitido estar ahí. Es fácil
y bueno para los balances individuales, empresariales, personales y espirituales
hacer siempre LA VOLUNTAD DE DIOS que no es otra cosa que AMAR como CRISTO nos
enseñó.
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