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martes, 18 de diciembre de 2012

Mi mejor Noche Buena


Estimado P. Arsenio:

Que Dios ilumine su rostro sobre ti y te conceda su paz. Que Dios te sonría. Que la Virgen te cubra con su manto y te proteja del frío del mundo. Que el Espíritu de Dios aliente y anime, inflame y haga vibrar el espíritu misionero que mora en ti.
Te escribo para, como me pediste por teléfono, contar esa maravillosa experiencia de la que Dios me ha permitido disfrutar el pasado 24 de Diciembre, en la Noche Buena.
Verás todo comenzó con un fuerte deseo surgido en mi interior desde hace muchos años y que el que me ama más y mejor, que es Dios mismo, ha tenido a bien conceder que se materializara en esta Noche Buena de 2010.
 
 
 

 
 
El Domingo 19 de Diciembre mi marido participó de la Eucaristía en la residencia de ancianos de Cazorla en la que las madres Mercedarias realizan una  espléndida y amorosa labor, mientras tanto yo preparaba todo lo referente a los cantos para participar de la Eucaristía en Peal de Becerro, con los niños del coro. Nada más salir de la celebración, mi marido me llama por teléfono y me dice: ¿sabes que me ha dicho Dios? No ¿qué te ha dicho? Que esta Noche Buena la compartiremos con los pobres. Que gozo me inundó, qué alegría tan grande. Yo sabía que si él lo decía trabajaría lo indecible para hacerlo realidad. Así que como buen organizador comenzó a hacer campaña. Lo contó a algunos amigos, a conocidos… a todos les pareció muy bien. Algunos decían: Ya sabes Ángel ese día estaremos cenando con nuestras familias. Y él decía: lo sé, pero no importa, colabora trayendo comida, de la que tú vas a comer ese día, y la compartirás con los que están solos y lejos de sus países. Y…así fue.





 
 
El viernes día 24 a las dos de la tarde ya estaba el local acondicionado, la mesa decorada , los centros de flores sobre las mesas y la impaciencia a flor de piel.








 
Ángel, mi esposo, habló con alguno de los inmigrantes que vio por la calle y les dijo: Llamad a vuestros amigos, los que no tienen techo, los que pasan frío, los que quieran compartir con nosotros la cena de Noche Buena. Somos muchos respondieron…y él añadió… Dios proveerá. 
                                                             
Qué maravilla P. Arsenio, que gran maravilla.

Empezaron a venir dos horas antes de lo previsto y es que esa noche hacía mucho frío en la calle y el local estaba calentito.

Alrededor de las siete y media de la noche se sentaron a la mesa y nuestros amigos servían las mesas con una enorme alegría. De vez en cuando algunos de los comensales llamaban por teléfono y a los diez minutos llegaban otros diez más a comer. Al poco llegaban otros veinte más y yo miraba a mi marido y decía parece que va a faltar comida pero no lo había acabado de decir cuando por la puerta entraba gente del pueblo cargados hasta las cejas de comida , plátanos, refrescos, tortillas de patatas.




Al buen rato ya tuvieron que irse los amigos con sus familias y quedamos mi marido y yo sirviendo las mesas. Parecía que volábamos y en las caras de todos los que allí cenaban esa noche se reflejaba tranquilidad y alegría. Se hicieron fotos, conmigo también. Y hay cosas p. Arsenio que nunca olvidaré. Resulta que aquellos con los que habíamos compartido este proyecto, a su vez, lo hablaron con otros que también quedaron  tocados por esta experiencia. Así que cuando yo tenía miedo de que faltara comida, llegaba otro buen grupo de personas del pueblo con las que yo no había contado y hubo para todos. 


Pensé en la multiplicación de los panes, ese enorme milagro de Señor que dio de comer a tantas personas. Nosotros sólo necesitamos algo imprescindible: querer hacer las cosas.
 Tengo que contarte cosas bellas que ocurrieron ese día; un amigo de mi marido dedicó cuatro horas de su tiempo a cocinar una pierna de gamo que, como cazador que es, fue lo que llevó. La carne estaba condimentada con una salsa y les gustó muchísimo, la llevó lista para comer. Es bonito que una persona dedique 4 horas de su día de Noche Buena a cocinar para los que no cuentan en las sociedades de nuestro mundo.
 
 
 
 
Ojalá pudiera fotografiarle la imagen que hay en mi cabeza de los rostros de las personas que llegaban a dejar los víveres, el gesto de sorpresa agradecida, eso…eso… p. Arsenio fue, para mí enorme. 
 
 
 
 

Hay un bellísimo detalle que quiero contarle. Cuando se estaba planificando todo compartimos esto con un matrimonio del pueblo, conocido nuestro y nos dijeron que colaborarían en lo que pudieran pero que tenían a su nieto, un niño de dos años, en el hospital y que estaban muy preocupado por él, pero no obstante traerían algo. Y fíjese, p. Arsenio, esa Noche Buena por la tarde cuando estaba el salón lleno de comensales, llegaron ellos con su hijo, el padre del niño enfermo, acababan de llegar del hospital porque le habían dado el alta por la tarde al pequeño y no se olvidaron de los más pobres, llegaron a vernos y trajeron cosas que a los comensales agradó mucho. El hecho de verles allí recién llegados del hospital fue para mí realmente emocionante y digno de elogio. Feliz recuperación para tu nieto Rafi.
 
 
 
Cuando todo acabó, ellos ayudaron a recoger las cosas, barrieron y sobretodo sonrieron. A veces se nos olvida el maravilloso regalo que es una sonrisa entre las personas.

Cuando les servía yo la mesa mi corazón estaba en un estado que no sabría definir no era felicidad era algo más. Recordé a la madre Teresa de Calcuta y la comprendí. Recordé a los religiosas y religiosas que conozco que misionan aquí o allá, qué más da, el país no importa. El verdadero lugar para llevar a cabo la misión de Cristo es el hombre, no un país o una región determinada del planeta.

También quiero compartir con usted P. Arsenio el detalle de unos amigos que no pudieron estar allí porque tenían la familia en otro pueblo. Por la tarde prepararon unas bandejas de cosas ricas, las decoraron, cuidaron hasta el último detalle y pensé cuando vi esas preciosas bandejas: Parecen estar preparadas para la realeza. ¡qué detalle!
Un amigo que acaba de abrir tienda en Peal nos proveyó del pan y los dulces. Otros llevaron coca cola..en fin.. nadie se quedó sin cenar esa maravillosa noche.
El párroco, D.Agustín, se pasó por allí y vio el fluir de la gente y aproveché para decirle: desde aquí me voy para la misa del gallo, así que si mi ropa huele a comida ya sabe el motivo.



 

Aún me dura la alegría. Y quiero compartirla. Y quizá a alguien le sirva si digo que los salones improvisados para este evento fueron las oficinas de una empresa. Ya ve las oficinas y las empresas dan mucho juego. 
 
 

 

Quiero agradecer a Dios profundamente la enorme experiencia que ha tenido a bien hacerme vivir. Quiero agradecer a todos los que colaboraron…a todos los que estuvieron allí.. a todos … los que querían y no pudieron estar. A todos… a todos ….GRACIAS.

Desde ese día ya no veo extranjeros en mi pueblo. Veo a hombres y algunos casi niños. Conozco el nombre de muchos, no me atrevo a escribirlo por si lo escribo mal pero cuando voy por la calle y les digo adiós nos identificamos con una enorme sonrisa que creo que es la distancia más corta entre dos personas.

Le recordé esa noche P. Arsenio y así también usted estuvo allí. Mi corazón estuvo lleno de gente, mi amor en Cristo los hizo presentes.


 

No sé si esa noche hubo más comida o hubo más amor, el amor que Dios nos regala nos hace multiplicar los talentos. Todo lo podemos hacer, sólo hace falta amar mucho y querer hacerlo. Esa noche comprendí profundamente que si los poderosos quisieran no habría pobreza en el mundo. Comprendí que los que gobiernan en todo el mundo aún no han comprendido el motivo por el cual Dios les ha permitido estar ahí. Es fácil y bueno para los balances individuales, empresariales, personales y espirituales hacer siempre LA VOLUNTAD DE DIOS que no es otra cosa que AMAR como CRISTO nos enseñó.


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