...Érase,
una vez, un redil…
…Érase, una
vez, un rebaño…
…Érase una
vez, de ese rebaño, una oveja…
Y, cómo no…Érase
una vez un pastor.
Parecía el
redil cumplir su misión y parecía el rebaño estar en paz a los ojos de su
pastor. Todas las ovejas pacían y el
frío no les agredía porque su abrigo de
lana, de él, las protegía. Una de las ovejas que siempre andaba muy cerca del
pastor gustaba dejarse acariciar por él; su lana era de un grosor mayor a las
de las demás, superior en espesor.
El rebaño cumplía
su misión y comía de manos de su pastor.
De pronto
repara el pastor en una oveja, la sangre tan roja, tan roja se hacía notar
sobre la piel tan blanca, tan blanca.
El pastor la
llama, la acaricia y mientras, con suavidad, la cura, le pregunta ¿de qué es
esta sangre? … la oveja calla mientras se deja curar por el pastor.
Está bien,
ya está curada tu herida, pronto cicatrizará, ven y come y todo pasará.
Pasados unos
días de nuevo el pastor ve el color rojo sobre la blanquísima piel de la misma
oveja… la vuelve a curar y vuelve a preguntar ¿quién te ha hecho esto? La oveja
calla de nuevo recordando a su SEÑOR.
El pastor en
el redil pregunta: oídme mis amadas ovejas ¿Quién sabe explicarme qué ocurrió?
No lo
sabemos, por aquí no ha pasado ningún lobo.
Durante
mucho tiempo el pastor se preguntaba
preocupado ¿qué será lo que ocurre a mi alrededor? Y así pensaba y pensaba
mientras acariciaba a la oveja cuya lana era de un espesor mayor y, pasando su
mano suavemente sobre su cabeza, llegó, inmerso en su preocupación, a acariciar su
cara y llegando a su boca se manchó de sangre y, muy azarado el pastor fue rápido..rápido a curar
la herida de la boca pero ¡sorpresa¡ no hay herida nunca la hubo, entonces ¿la sangre de quién?
… a veces
los lobos se disfrazan de ovejas para agredir al rebaño… para esto estamos
preparados.
…a veces a
alguna oveja le salen dientes de lobo estando en el redil junto a su pastor….
Para eso no estamos preparados.
La oveja herida pregunta a las ovejas del redil cercano
¿quién es vuestro pastor? Nuestro pastor
es un lobo. Uf, ahí yo no quisiera estar.
Entre el
cerco del redil mira la oveja herida y
fuera ve un afable pastor, bondad en su rostro, amor en su mirada y la oveja le
pregunta: ¿Dónde está tu rebaño? Pacen en libertad y me dijeron que llegarían
tarde. ¿Me aceptarías a mí? Claro que sí, ya ves, mi redil no tiene puertas,
todas podéis entrar y todas, cuándo, gustéis podréis salir. ¿Tus ovejas tienen
dientes afilados? Continuó preguntando. ¡No¡. Yo soy pastor de ovejas no de
lobos. Al escuchar esta respuesta la
oveja de lana blanca pensaba ¡ah no era una oveja¡ y alegre exclamó :
Ábreme tus brazos y yo, hondamente agradecida, me
quedo contigo.
Purificación
García.
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