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domingo, 9 de febrero de 2014

Vivencias de un sacerdote amigo (ciudad, sal , luz)



                   CIUDAD... SAL … LUZ


 


Sus últimas palabras aún resonaban en mi interior.


Dichoso, feliz, bienaventurado, ya habían desaparecido de mi mente borradas por el eco de la montaña que repetía esa bienaventuranza final de su Sermón: ..


“…serás calumniado”


“…serás perseguido”


“… serás insultado”.


Aunque fuera por su causa …. Me irritaba pensar que sería calumniado.


Aunque fuera por su causa…. Sentía miedo pensar que sería perseguido, acorralado, tal vez muerto.


Aunque fuera por su causa…¡ para mí eran palabras muy duras!


No hacía frio, pero tirité…. Y tragué saliva.


Levanté mis ojos tímidamente, con disimulo, para ver si ÉL había notado mi escalofrío, mi preocupación, mi miedo…


            …. Y me encontré con su mirada,


            …. Y con su sonrisa


            …. Y con sus palabras que rompieron el silencio incómodo que se había producido.


 


Fue entonces cuando me piropeó.


Fue entonces cuando me llamó CIUDAD, SAL, LUZ.





























Fue entonces cuando me dijo que una CIUDAD se edificaba para acoger, dar cobijo, proteger.


… que por eso se construían en alto, para que la vieran fácilmente los que acudían a refugiarse en ella aunque también la vieran los enemigos.


… que no me escondiera porque estaba hecho para acoger, proteger, dar seguridad a los que acudieran a mí en busca de ayuda y refugio.






Fue entonces cuando me dijo que la SAL servía para sazonar, para condimentar, para sentir gusto por las cosas, para preservar de la corrupción.


… que si se guarda y guarda, el guardarla tanto le roba su frescor, se llena de humedad y pierde su valor.


… que no me reservara, porque estaba hecho para alegrar, condimentar, hacer sentir a los demás gusto por la vida, por las cosas, por el mundo.




Fue entonces cuando me dijo que la LUZ iluminaba, servía de guía, despertaba, daba vida.


Que si se la mira y mira, el mirarla tanto ciega, deslumbra.


… que a pesar de todo la vela encendida no se mete debajo del celemín.


… que no buscara que me mirasen y se admirasen.


… que buscara únicamente iluminar, engendrar vida y esperanza a mi alrededor.


Fue entonces cuando también me dijo que desde ahora en adelante ya todo dependería de mí:


            Cobijar o tender celada,


            Sazonar o enmohecer,


            Iluminar o cegar…


Fue entonces cuando me sentí piropeado. Todo mi ser parecía fuego de su fuego. Ya no notaba escalofrío, ni preocupación, ni miedo, ni vergüenza, ni ser calumniado, perseguido, insultado…


Y no era el eco de la montaña quien lo repetía, sino que brotaba a borbotones desde dentro de mí.


            Dichoso, bienaventurado, feliz”


            Proteger, sazonar, iluminar!!


            Cobijar, condimentar, guiar!!!


            Defender, dar gusto, no deslumbrar!!!!


            Ayuda, refugio, vida ….


            CIUDAD,  SAL,  LUZ.!!!!!!!!!!!!!


 


              

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