Ayer estuve en el seminario. Observándolo, mis ojos se paseaban por su robusta fachada hasta detenerse en una placa que informaba que, esa zona, era el seminario menor. Me
detuve un ratito allí porque ese mismo lugar , tiempo atrás, fue residencia
universitaria en la cual mi hijo residió durante su período universitario. Fue la Residencia Universitaria Cardenal
Merino. Conserva él, mi hijo, un grato recuerdo de aquella época y allí conoció
a alguien hacia quien siente gran admiración, D. Fernando Chica, que fue
director de este centro. Buenos tiempos aquellos.
Luego mi mirada siguió su recorrido hasta detenerse en otra
puerta de entrada, ésta es Residencia
Sacerdotal, lugar en el cual los presbíteros, ya en edad avanzada, van dejando
huella en su vivir cotidiano hasta que Dios los llame a la eterna residencia
del Cielo.
Continúan mis ojos paseándose por la fachada de este gran edificio, el
Seminario Diocesano de la Inmaculada Concepción y San Eufrasio, es allí donde un rato
después tendría lugar la reunión a la cual yo asistiría y… entré en
el edificio. Un lugar grandemente acogedor con personal que , realizando allí
su labor, lo hacen más acogedor aún.
¡ Cuánta luz!.
En sus jardines que albergan vida en libertad cualquier persona, en cualquier momento puede conectar con el Creador.
En sus jardines que albergan vida en libertad cualquier persona, en cualquier momento puede conectar con el Creador.
Como es lógico hay varias capillas, en las cuales en otros
momentos he participado, gozosamente, de la celebración de la Eucaristía.
Dispone este edificio de diversas salas para reunirse,
salones para convivencias.
Durante ese paseo de mi vista por este edificio vino a mi
mente el rostro de admiración de muchas personas que, viniendo de otras
diócesis, decían ¡qué lugar tan
hermoso!.
Recuerdo con gozo todo esto y yo sé que hubo una persona que
se empeñó en trabajar para que todo esto fuese posible. Muchos colaboraron con
los medios a su alcance. Y, a pesar de mucho en contra que también lo hubo, allí estaba invitándome a entrar .
La experiencia nos dice que todo lo grande siempre tendrá
voces en contra, sobre todo cuando ese todo es para el uso y disfrute de
generaciones venideras. A nosotros los cristianos estas voces y, como no, acciones en contra no nos es nuevo, lo tenemos siempre presente así nos lo transmitió
nuestro MAESTRO.
Ahora la voces en contra, creo que ya cesaron, el promotor
de la obra pasó a otra diócesis, él pasó y su obra se quedó.
En nuestra sociedad, cualquier cosa que hace alguien por
pequeña que sea, la deja rubricada con su firma, o su busto, o un escudo; sin
embargo en mi paseo visual vi lo grande y hermoso de este edificio pero no
observé rúbrica alguna. Bueno tampoco yo entiendo mucho de estas cosas pero es fácilmente observable en nuestro mundo que, con frecuencia, nuestra atención es requerida por una foto, una
imagen, una estatua de mucha mayor envergadura que la historia a la que hace referencia.
La experiencia nos demuestra que las personas con
inquietudes grandes por mejorar la cosas
allá por donde fueren hacen lo propio, sin detenerse a pensar la persecución que esto les puede aportar
personalmente. Siempre se oirán voces en contra teñidas de resentimiento por a saber qué cosas y ya sabemos que todo
eso pasa y las obras permanecen.
Así que , yo, cada vez que veo el Seminario Diocesano de
Jaén, siento en mi rostro el esbozo de una sonrisa y en mi mente aparece la imagen de un obispo,
D. Santiago García Aracil, el actualmente Arzobispo de Mérida- Badajoz . Pido a
Dios que le dé fuerzas para que pueda soportar, como Cristo nos enseñó, todo lo que advenga sobre
él.
Yo no entiendo de grandes cosas pero lo que sí sé es que en
la vida del auténtico cristiano antes o después y por causa de la entusiasmada
fe en Cristo, la persecución se hará
presente.
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