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miércoles, 12 de noviembre de 2014

me quedo con el MILAGRO


He visto en las noticias de la tele que una mujer que acababa de dar a luz había sido considerada fallecida por los médicos tras 45 minutos de parada cardíaca y, cuando iban a dar la triste noticia a los familiares, el corazón comenzó a latir. Esto que puede ser inexplicable para la humanidad globalizada, es algo totalmente explicable y cotidiano para los creyentes y lo llamamos MILAGRO.

Pero los reyes del intelecto no pueden soportar ni permitir que el mundo se quede con el impacto de algo que puede ser atribuido a DIOS. Y comienza la especulación… que si el corazón no estaba realmente parado… que latía pero la máquina no lo detectó... etc. Que sigan diciendo lo que quieran el caso es que UN MILAGRO se ha producido y yo, como tanta y tanta gente, con eso me quedo.

Los milagros se producen diaria y cotidianamente y si estuviésemos conscientes, despiertos, no sólo los veríamos sino que, lo más importante, los agradeceríamos al verdadero autor, DIOS.

También he visto en el mismo medio esta otra noticia: La sonda Philae se separa con éxito de la nave Rosetta y pone rumbo al cometa 67P.

Los nombres que los científicos de la NASA escogen para los artefactos que envían a explorar por el mundo estrellado no sé como son elegidos de todas formas este nombre Philae hace referencia al templo egipcio de varios milenios de antigüedad dedicado a la diosa Issis divinidad femenina del antiguo Egipto aunque la palabra Philae es griega y significa Las puertas. Podían haber elegido otro cualquiera pero han querido escoger el nombre de un importante templo.

Han captado un sonido emitido por este cometa y le han llamado, con sonrisa incluida, la música del cometa. Y esto me lleva a recordar la música de las esferas de la que nos hablaba Pitágoras. Cada planeta, cada cuerpo estelar tiene su propia música. La modernidad se ha encargado de ir tapando toda esta sabiduría con teorías que no llevan a ningún sitio y que relegan al ser humano a vivir esclavo de su propia ignorancia. Y ¿por qué no admitir que cada átomo, cada planeta, cada ser tiene su propia música desde siglos imperceptible para el oído humano? Pues está claro. ¿acaso existe música sin nadie que la cree, sin nadie que la dirija? 

Aceptar la música del cosmos obliga a aceptar la existencia de alguien que la haya compuesto, de alguien que la dirija, es decir, de DIOS.

Lo que todavía el animal intelectual quizá no sabe es que esa música que fluye de todo, la que procede del cometa, la que se puede percibir de los planetas, la que emana de los átomos, toda esa “música”, está cargada de conocimiento que convendrá descifrar y, sin Dios, será imposible realizarlo.

 

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