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martes, 14 de junio de 2016

TODO ESCRITO ES SUSCEPTIBLE DE SER ADULTERADO. NO ASÍ, EL LIBRO DE LA VIDA, NO ASÍ.


Mi Dios y Señor:

Qué bien me siento a tu lado, qué paz tan armónica recibo cuando estoy cerca de ti, que bienestar me regala la brisa tan frágil y silenciosa que Tú soplas refrescando lo que el fuego del mal quiere arrebatar.

Quería hoy hablarte de esos niños tan especiales que Tú has hecho pasar por mis días, de esos niños que descubrieron que sabían cantar  cantándote a ti. Gracias Señor por todos y cada uno de ellos. Ahora ya todos han recibido los sacramentos de iniciación cristiana. El pasado 19 de Junio fueron confirmados por el Sr. Obispo de nuestra Diócesis, D. Ramón del Hoyo López, también por él y por todos los sacerdotes te pido, Señor, que los mantengas cerca de Ti,  en ese lugar donde tu brisa refresca y tu paz penetra en lo más profundo, en el alma.

¿Te acuerdas, Señor, de Rebeca? Cómo sonreía tu madre la Virgen María cuando  escuchaba  alabanzas a Ti con su voz limpiamente infantil. ¿Te acuerdas, Señor, que no llegaba al micro?. Que agradable sorpresa para la comunidad una voz tan niña y una seguridad tan adulta. Gracias, Señor, por ella. He aprendido de ella y con ella. ¿Te acuerdas Señor cómo, a través de ella, tantos oraron a ti y a tu Madre, la Virgen de la Encarnación? Guárdala Señor. Protégela con tu manto María.

¿Recuerdas, Señor, a Victoria? Con ella me acuerdo de algo que dijo Juan Pablo II en su visita a Sevilla cuando vio bailar a los seises: dicen los teólogos que quien canta al Señor reza dos veces, el que baila al Señor ¿cuántas veces reza?... le dejamos esto a los teólogos.

En cada celebración Eucarística cantaba su voz, bailaba su cuerpo y con tal fuerza que por alto que estuviera el canto, no había problema estando ella. Pasando un poco de tiempo aprendió a tocar la guitarra y ya estaba al frente del coro con sus inseparables compañeros, sacando el canto celebrativo adelante. Era tan pequeña. Gracias por Victoria, Señor. Guárdala Señor. Protégela con tu manto María.

¿Recuerdas a Inma, Señor? Sé que sí la recuerdas porque tiene eso que Tú regalas a los que Tú quieres, la humildad, la sencillez. Que importante son estas cualidades para vivir toda situación. Pero si estas cualidades las tiene alguien que canta al Señor el entorno se deja envolver por una onda de energía tan esencial que puede hacer llover sobre el corazón más reseco. La veo cantando en mi mente aquella canción: es pura la azuzena.. su voz suave sintonizando con su humildad hizo sonreir al Cielo. Gracias por Inma, Señor. Guárdala Señor. Protégela con su manto María.

¿Recuerdas a Expecta, Señor? Cómo ibas a olvidarla si hasta su nombre nos lleva a la expectación. María de la O.

Cuando todo estaba dispuesto para la celebración de la Eucaristía, el corazón entonado en la paz, ella se adelantaba hacia el micro, ya sabes Señor cuánto le costó dar ese paso por la timidez que tenía, pero cuando se acercaba al micro la comunidad entera la miraba expectante, la oración con alas de canto que pronunciada por su boca salía del centro de su alma, hacía que toda la comunidad se metiera en esa dimensión espiritual a la que nos lleva la sincera oración.  Guárdala Señor, protégela con tu manto María.

Qué maravillosas páginas escribiste, Señor, en aquel tiempo-espacio.

Ahora que estamos ebrios de tecnología, por doquier hay todo tipo de inventos para captar imágenes o sonidos, para captar acontecimientos y colgarlos en internet. Parece ser que hemos caído en el error de pensar que, sin fotos que lo demuestre, la vida no existe. Incluso en la fiesta de las fiestas cristianas, LA EUCARISTÍA, se ven personas intentando captar momentos que valdrán para demostrar no sé qué cosas. Pero el Milagro que se realiza en cada una de ellas ni la más sensible de las cámaras digitales o virtuales pueden captarlo. Ya te encargas TÚ Señor, de ubicar esta trascendente experiencia en la eterna galería que es EL LIBRO DE LA VIDA. 

Por eso hoy que lanzo una mirada a otro tiempo veo y recuerdo aquel lugar repleto de paz y armonía en los que vivimos los niños porque  he de decir que no importaba la edad en aquel espacio-tiempo, todos.. todos éramos niños.

Aquellas bellísimas experiencias de tan hondo calado nadie se atrevió a gestionar, sólo Tú puedes hacerlo. Nadie se atrevió a ponerlas en una galería, Tú Señor las pusiste  armónicamente encuadernadas en TU LIBRO. EL LIBRO DE LA VIDA.




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