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miércoles, 1 de marzo de 2017

Desde agosto de 2013 escrito y yo sin publicarlo.





ALGUIEN ME CONTÓ QUE TUVO UN SUEÑO  Y, AQUÍ, LO DESCRIBO.

Hay una sala muy grande, toda ella, llena de gente de Dios: sacerdotes, laicos y simpatizantes. Había un lugar un poco más elevado, un escenario, al cual eran llamados algunos por su nombre y apellidos y subían a él exponiendo su opinión sobre algo de lo que se habla mucho en los últimos tiempos…  LA LECTIO DIVINA…. CÓMO ORAR


Subían y allí, ante todos, decían el modelo a seguir en la forma de orar: lectio, meditatio, oratio y contemplatio. Una vez en el escenario decían cosas que arrancaban el aplauso de los oyentes. Yo estaba también allí y muy sorprendido, por cierto, de cuanto se dijo,  pero sobre todo de la forma de expresarlo, parecía que acababan de descubrir algo sublime. Y yo me decía en mi sueño … pero si esto es tan antiguo como el evangelio, más aún, esto es tan novedoso como el mismo Jesucristo, Él nos enseñó como orar. Y ¿entonces, cómo, siendo casi todas gentes de Dios, ahora lo descubren? Mientras yo pensaba esto más gente con vestiduras que definían su estado ministerial, iban subiendo al escenario y los aplausos iban haciendo vibrar los tímpanos de mis oídos.


Pero de pronto escuché mi nombre, me invitaban a subir al estrado, a mí que soy de Dios pero que no soy  ni quiero ser nada más.

Suba al escenario y díganos lo que piensa sobre todo esto.

Yo, obedeciendo, subí, miré a los que estaban abajo sentados como hacía un momento había estado yo misma, cerré los ojos y no abrí la boca durante un tiempo. Luego dirigiéndome a ellos hablé: mi Dios interior, mi Padre que está en lo escondido, me pide que hable según Él. Yo sé que si hablo por mí misma será muy fácil recibir la aprobación de ustedes e incluso el aplauso. Pero yo no puedo hablar de mí porque yo tengo que morir para ser sólo Él. Si hablo de mí, muy al contrario, yo seguiré robusteciéndome hasta el punto en que todo mi interior se volverá totalmente opaco y Él, mi Padre que está en lo escondido, no podrá mostrar su luz en mí.

También me ha mostrado, como en una película, lo que he de padecer porque si quiero hablar según Él, el aplauso humano ensordecerá, la hostilidad de muchos se solidificará en hechos consumados, la murmuración y la persecución serán el pan diario; yo todo eso lo he visto. Aún así, tengo que ser fiel a quien quiero ser y quiero ser UNO con Él.

Mis caros hermanos, la forma de orar que ahora se pretende como nueva, es la misma forma de la que Cristo nos habló hace tantísimos años. Pero la hemos ido, a lo largo de la historia, haciendo tan nuestra que la hemos convertido en nosotros mismos en lugar de ser nosotros los que nos convirtamos en ella. Lo sublime no puede hacerse mediocre, esto sería un pecado de gran dimensión. Y ahora os pide Dios que busquéis la razón por la cual esta forma de orar de hace  varios siglos, queremos publicarla hoy, como algo recién nacido. ¿Quizá a lo largo de los años la hemos ido mutilando? ¿quizá el activismo diario, ya sea parroquial, comunitario o personal la ha ido reduciendo de tal forma que no se parece en nada a lo que un día fue? O peor aún, ¿habremos sido capaces de encriptarla para que el mundo no tenga acceso a ella e incluso nosotros seamos incapaces de desencriptarla? Es error nuestro, hemos nombrado, equivocadamente, al ego nuestro asesor, unas veces conscientemente y otras de forma inconsciente que es lo que más le gusta a él. Si de alguna forma ésta, nuestra conciencia, comienza a querer despertar ya se encargará él, el ego, de darle la dosis pertinente de somnífero. Y utiliza esos que nos agradan tanto: la fama, el dinero, el poder, la televisión, el aplauso, el reconocimiento de las masas, estos entre otros son los más letales de todos los adormecedores de conciencia.

Hemos estado tan volcados en las cosas del ego que hasta el hecho de orar sinceramente conectando con  Dios, se nos hacía un poco cuesta arriba; como nosotros nunca queremos sentirnos culpables, ni equivocados, ni mucho menos pecadores, hemos revestido la situación de justificaciones que sólo le valen al hombre, no a Dios. En las comunidades religiosas, parroquias etc. se introdujo el activismo como común denominador, dejando a través de los años, muy relegado el momento de la oración. La Eucaristía, fiesta sublime para los cristianos, la hemos ido reduciendo en tiempo porque hay que atender a otras cosas quizá ¿más necesarias? y se ha permitido que la mediocridad se haga dueña de cosas maravillosas. Y ya se oye decir de los seglares de misa diaria a los párrocos, hoy la misa ligerita que hace mucho calor. Y a algunos presbíteros se oye decir: en tiempo de melones no hay sermones y en tiempo de sandías no hay homilías, claro que eso denota un claro desenamoramiento de la belleza de aquel momento para el cual Cristo no tuvo ninguna prisa, ya sabía lo que le esperaba. Si nosotros tuviéramos la certeza de ser detenidos y encarcelados e incluso injustamente juzgados y condenados al salir de la celebración eucarística ¿tendríamos prisa por que terminara rapidito?  Hasta el nombre hemos querido acortarlo y en lugar de Eucaristía decimos misa.

Hermanos si somos de Dios, mejor expresado, si queremos ser de Dios, su estilo ha de verse en nosotros como pincel que pinta la GRAN OBRA.
                                        


Cuando llegue el momento en que deseemos ardientemente conectar con Dios, sabiendo que esto es una obra maestra porque se trata de llamarle para que Él venga a nosotros, entonces no podemos estar pendientes del reloj, ya sea mecánico, digital o psicológico, porque cuando se prepara uno para conectar con Dios puede saberse, de una forma aproximada, cuando uno empieza pero no se sabe nunca cuando uno acaba. Por eso el mismo ego al que hemos de pulverizar se ha valido de la facilidad de dispersión, en nos,  para que la concentración sea cada vez más difícil.

Por eso y de esto tenemos, todos, experiencias varias,  cuando uno se prepara para algo tan maravilloso como es conectar con el Dios interior, comienza lo de siempre: suena el teléfono y, ¡sorpresa!, cuando lo coges es alguien a quien quieres mucho y, así, el ego te saca de ese momento que con tanto cuidado preparabas. Cuando no es el teléfono es la puerta y, nos decimos ¿cómo no la voy a abrir y si es algo importante? Y así el momento de preparación del ambiente para la conexión con Dios se irá alejando cada vez más de nuestro interés. Si hemos vencido la llamada telefónica o el timbre de la puerta, entonces es  la tablet la que nos comunica que tenemos un email que suelen ser, a primera vista, muy importantes. Si soy madre el mail será de un hijo, si soy sacerdote, el mail será del obispo. Si soy empresario el mail será del cliente más rentable.

Por eso hemos de estar preparados sabiendo que todo esto sucederá en el momento que, con sinceridad absoluta, nos preparemos para orar, es decir para conectar con Dios. 

Entonces  ¿es posible escoger el lugar y el momento adecuados, en los que cada uno pueda tener tranquilidad y tiempo para encontrarse con el Señor en su Palabra? Claro que es, no sólo posible, sino totalmente urgente, pero hemos de tener en cuenta la distracción a la que vamos a ser sometidos por parte del ego.

y…así… en mi sueño continué hablándoles pero claro al expresarles que el error y el pecado hemos de reconocerlo no de forma conjunta como pecado del pueblo y yo soy pueblo, sino que es pecado mío porque hasta que esto no lo queramos comprender estaremos invalidados para pedir perdón y por lo tanto sino pedimos perdón no podremos ser perdonados.
Y en cuando a la forma de perdonar, cómo hay que perdonar, también Dios me habló en mi sueño pero estoy esperando que ÉL me dé luz verde para poder compartirlo. No es que yo sea una privilegiada y qué solo a mí quiera el Señor comunicarme cómo ha de ser el perdón, sino que me dijo que antes de compartir el cómo, con los demás, he de practicarlo en mi propia vida y ahí estoy. Espero pronto poder compartirlo contigo, me dijo, para que pueda ser gritado desde esta azotea. De momento depende de ti. 


Purificación García

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