ALGUIEN ME
CONTÓ QUE TUVO UN SUEÑO Y, AQUÍ, LO
DESCRIBO.
Hay una sala
muy grande, toda ella, llena de gente de Dios: sacerdotes, laicos y
simpatizantes. Había un lugar un poco más elevado, un escenario, al cual eran
llamados algunos por su nombre y apellidos y subían a él exponiendo su opinión
sobre algo de lo que se habla mucho en los últimos tiempos… LA LECTIO DIVINA…. CÓMO ORAR
Subían y
allí, ante todos, decían el modelo a seguir en la forma de orar: lectio,
meditatio, oratio y contemplatio. Una vez en el escenario decían cosas que
arrancaban el aplauso de los oyentes. Yo estaba también allí y muy sorprendido,
por cierto, de cuanto se dijo, pero
sobre todo de la forma de expresarlo, parecía que acababan de descubrir algo
sublime. Y yo me decía en mi sueño … pero si esto es tan antiguo como el
evangelio, más aún, esto es tan novedoso como el mismo Jesucristo, Él nos
enseñó como orar. Y ¿entonces, cómo, siendo casi todas gentes de Dios, ahora lo
descubren? Mientras yo pensaba esto más gente con vestiduras que definían su
estado ministerial, iban subiendo al escenario y los aplausos iban haciendo
vibrar los tímpanos de mis oídos.
Pero de
pronto escuché mi nombre, me invitaban a subir al estrado, a mí que soy de Dios
pero que no soy ni quiero ser nada más.
Suba al
escenario y díganos lo que piensa sobre todo esto.
Yo,
obedeciendo, subí, miré a los que estaban abajo sentados como hacía un momento
había estado yo misma, cerré los ojos y no abrí la boca durante un tiempo.
Luego dirigiéndome a ellos hablé: mi Dios interior, mi Padre que está en lo
escondido, me pide que hable según Él. Yo sé que si hablo por mí misma será muy
fácil recibir la aprobación de ustedes e incluso el aplauso. Pero yo no puedo
hablar de mí porque yo tengo que morir para ser sólo Él. Si hablo de mí, muy al
contrario, yo seguiré robusteciéndome hasta el punto en que todo mi interior se
volverá totalmente opaco y Él, mi Padre que está en lo escondido, no podrá
mostrar su luz en mí.
También me
ha mostrado, como en una película, lo que he de padecer porque si quiero hablar
según Él, el aplauso humano ensordecerá, la hostilidad de muchos se
solidificará en hechos consumados, la murmuración y la persecución serán el pan
diario; yo todo eso lo he visto. Aún así, tengo que ser fiel a quien quiero ser
y quiero ser UNO con Él.
Mis caros
hermanos, la forma de orar que ahora se pretende como nueva, es la misma forma
de la que Cristo nos habló hace tantísimos años. Pero la hemos ido, a lo largo
de la historia, haciendo tan nuestra que la hemos convertido en nosotros mismos
en lugar de ser nosotros los que nos convirtamos en ella. Lo sublime no puede
hacerse mediocre, esto sería un pecado de gran dimensión. Y ahora os pide Dios
que busquéis la razón por la cual esta forma de orar de hace varios siglos, queremos publicarla hoy, como
algo recién nacido. ¿Quizá a lo largo de los años la hemos ido mutilando? ¿quizá
el activismo diario, ya sea parroquial, comunitario o personal la ha ido
reduciendo de tal forma que no se parece en nada a lo que un día fue? O peor
aún, ¿habremos sido capaces de encriptarla para que el mundo no tenga acceso a
ella e incluso nosotros seamos incapaces de desencriptarla? Es error nuestro,
hemos nombrado, equivocadamente, al ego nuestro asesor, unas veces
conscientemente y otras de forma inconsciente que es lo que más le gusta a él.
Si de alguna forma ésta, nuestra conciencia, comienza a querer despertar ya se
encargará él, el ego, de darle la dosis pertinente de somnífero. Y utiliza esos
que nos agradan tanto: la fama, el dinero, el poder, la televisión, el aplauso,
el reconocimiento de las masas, estos entre otros son los más letales de todos
los adormecedores de conciencia.
Hemos estado
tan volcados en las cosas del ego que hasta el hecho de orar sinceramente
conectando con Dios, se nos hacía un
poco cuesta arriba; como nosotros nunca queremos sentirnos culpables, ni
equivocados, ni mucho menos pecadores, hemos revestido la situación de
justificaciones que sólo le valen al hombre, no a Dios. En las comunidades
religiosas, parroquias etc. se introdujo el activismo como común denominador,
dejando a través de los años, muy relegado el momento de la oración. La
Eucaristía, fiesta sublime para los cristianos, la hemos ido reduciendo en
tiempo porque hay que atender a otras cosas quizá ¿más necesarias? y se ha
permitido que la mediocridad se haga dueña de cosas maravillosas. Y ya se oye
decir de los seglares de misa diaria a los párrocos, hoy la misa ligerita que
hace mucho calor. Y a algunos presbíteros se oye decir: en tiempo de melones no
hay sermones y en tiempo de sandías no hay homilías, claro que eso denota un
claro desenamoramiento de la belleza de aquel momento para el cual Cristo no
tuvo ninguna prisa, ya sabía lo que le esperaba. Si nosotros tuviéramos la
certeza de ser detenidos y encarcelados e incluso injustamente juzgados y
condenados al salir de la celebración eucarística ¿tendríamos prisa por que
terminara rapidito? Hasta el nombre
hemos querido acortarlo y en lugar de Eucaristía decimos misa.
Hermanos si
somos de Dios, mejor expresado, si queremos ser de Dios, su estilo ha de verse
en nosotros como pincel que pinta la GRAN OBRA.
Cuando
llegue el momento en que deseemos ardientemente conectar con Dios, sabiendo que
esto es una obra maestra porque se trata de llamarle para que Él venga a
nosotros, entonces no podemos estar pendientes del reloj, ya sea mecánico,
digital o psicológico, porque cuando se prepara uno para conectar con Dios puede
saberse, de una forma aproximada, cuando uno empieza pero no se sabe nunca
cuando uno acaba. Por eso el mismo ego al que hemos de pulverizar se ha valido
de la facilidad de dispersión, en nos, para que la concentración sea cada vez más
difícil.
Por eso y de
esto tenemos, todos, experiencias varias,
cuando uno se prepara para algo tan maravilloso como es conectar con el
Dios interior, comienza lo de siempre: suena el teléfono y, ¡sorpresa!, cuando
lo coges es alguien a quien quieres mucho y, así, el ego te saca de ese momento
que con tanto cuidado preparabas. Cuando no es el teléfono es la puerta y, nos
decimos ¿cómo no la voy a abrir y si es algo importante? Y así el momento de
preparación del ambiente para la conexión con Dios se irá alejando cada vez más
de nuestro interés. Si hemos vencido la llamada telefónica o el timbre de la
puerta, entonces es la tablet la que nos
comunica que tenemos un email que suelen ser, a primera vista, muy importantes.
Si soy madre el mail será de un hijo, si soy sacerdote, el mail será del
obispo. Si soy empresario el mail será del cliente más rentable.
Por eso
hemos de estar preparados sabiendo que todo esto sucederá en el momento que,
con sinceridad absoluta, nos preparemos para orar, es decir para conectar con
Dios.
Entonces ¿es posible escoger el lugar y
el momento adecuados, en los que cada uno pueda tener tranquilidad y tiempo
para encontrarse con el Señor en su Palabra? Claro que es, no sólo posible,
sino totalmente urgente, pero hemos de tener en cuenta la distracción a la que
vamos a ser sometidos por parte del ego.
y…así… en mi sueño continué hablándoles pero claro al
expresarles que el error y el pecado hemos de reconocerlo no de forma conjunta
como pecado del pueblo y yo soy pueblo, sino que es pecado mío porque hasta que
esto no lo queramos comprender estaremos invalidados para pedir perdón y por lo
tanto sino pedimos perdón no podremos ser perdonados.
Y en cuando a la forma de perdonar, cómo hay que perdonar,
también Dios me habló en mi sueño pero estoy esperando que ÉL me dé luz verde
para poder compartirlo. No es que yo sea una privilegiada y qué solo a mí
quiera el Señor comunicarme cómo ha de ser el perdón, sino que me dijo que
antes de compartir el cómo, con los demás, he de practicarlo en mi propia vida
y ahí estoy. Espero pronto poder compartirlo contigo, me dijo, para que pueda
ser gritado desde esta azotea. De momento depende de ti.
Purificación García
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