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viernes, 3 de marzo de 2017

El planeta llora lágrimas de sangre


 El planeta no aguatará mucho más. Se rebela de forma cada vez más veloz, cada vez más voraz porque tanta injusticia, tanta blasfemia, tanto asesinato consentido por todos y, a veces financiado por los poderes públicos, le hace llorar lágrimas de sangre. La sangre de la tierra está en su interior, en su núcleo y es roja  muy roja, tan roja como el fuego porque la sangre de la tierra es auténtico fuego, el fuego purifica. En todos los continentes deja ya ver su sufrimiento sacando al exterior un dolor tan hondo  que hace brotar sus lágrimas de sangre. El ser humano no actuó como rey en este planeta tierra, porque un rey cuida de aquello que Dios puso a su cuidado. Un rey tiene poder sobre aquello que le ha sido entregado, por eso muchas razas atrás el hombre conocía los elementos, los respetaba y éstos le obedecían cuando él se lo ordenaba. Pero pasando milenios y razas quiso el rey dejar de ser hombre y transformóse en animal intelectual entonces ya dejó de cuidar y respetar lo que le había sido encomendado y los elementos Tierra, Fuego, Aire, Agua, dejando de obedecerle y admirarle arremetieron contra él.
Está escrito en el LIBRO DE LA VIDA y podemos leerlo en nosotros mismos y en los demás. No es que el LIBRO DE LA VIDA esté en nosotros, es que nosotros y nuestra vida, toda ella, lo visible y lo invisible, está en ese LIBRO.
Cada edad, cada raza tiene su propia canción, canción que se renueva de tiempo en tiempo. Ahora es tiempo de renovación, está acabando la canción de miles de años para dar comienzo a la NUEVA que embellecerá TODO.
No queremos doblar la rodilla ante CRISTO..
                         ...ante Él toda rodilla se doble
                            en el cielo, en la tierra, en el abismo.
sin embargo reptamos ante los vanos poderes de este mundo buscando que nos sigan pisando porque, así, sabemos que ellos notan que existimos.
                              y toda lengua proclame:
                  Jesucristo es Señor para Gloria de Dios Padre.
Nos negamos a proclamar esto y no sólo nos negamos sino que ni siquiera podemos ya hacerlo porque nuestra lengua no tiene memoria para Dios, solo recuerda el hedor de la blasfemia. Blasfemia adornada con ruido, con lucecitas o con plumas, blasfemia premiada y aplaudida por muchos, quizá también por algunos cristianos invadidos por el virus mediocre, esclavista y  esclavizante  llamado inconsciencia, Miedo.
No sé si cuando nos sorprenda el tremebundo zarandeo que llegará en cualquier momento, entonces seremos capaces de despertar del soporífico sueño de siglos del que no nos queremos  voluntariamente desanclar.

purificación garcía


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