Visitas


miércoles, 24 de mayo de 2017

Dos niños. Dos mundos.


Y pasaron algunas décadas y los habitantes de nuestra casa, la Tierra, encontraron el modo común de visitar otros planetas, otras galaxias.
Una familia de este planeta nuestro, usando un vehículo espacial se elevó sobre la tierra y viéndola cada vez más pequeña llegaron a otra galaxia. Se posaron sobre un lugar a millones de años luz. Salieron y caminaron sobre el él y al instante confirmaron que se  podía respirar,  vieron cielo azul, miraron a su alrededor y descubrieron gran variedad de árboles, entonces decidieron inspeccionar el lugar.
No llevaban mucho tiempo caminando cuando encontraron a un niño y se alegraron mucho por ello porque era muy parecido al niño de la Tierra;  lo saludaron y éste también los saludó. No respondía a la idea preconcebida que teníamos en nuestra mente de un niño extraterrestre. Era un pequeño muy abierto y amable, de rostro relajado y feliz; les habló y acordaron ser presentados a la familia de este bello niño.
Caminaron durante bastante tiempo y llegaron  al lugar donde éstos vivían.
Los terráqueos observaron su modus vivendi y quedaron muy decepcionados al comprobar la forma de vida de la gente de este desconocido planeta.
No tenían televisión, ni coche, no tenían electrodomésticos ni maquinaria alguna.
Nutrían sus cuerpos con la oferta que les brindaba su entorno: Frutos de arboles, semillas de gramíneas que, al parecer, tenían propiedades extraordinarias.
No  tenían centros comerciales ni cines, ni teatros ni  lugares cubiertos de reunión. Acaso ¿No vivían en comunidad?   ¡Sí, CLARO QUE SÍ!  Pero esta comunidad se reunía bajo las estrellas y las contemplaban y las estudiaban y recibían de ellas una encriptada información que utilizaban inteligentemente en su comunicación con el  TODO universal.
Los visitantes de la Tierra  pasaron allí algún tiempo con ellos un tanto decepcionados por su forma existencial  y decidieron regresar a la tierra.
Lo hicieron pero quisieron traerse de invitado al pequeño niño extraterrestre con la intención de asombrarle con todos los avances de la civilización de la Tierra. La familia del pequeño aceptó la propuesta de la familia visitante.
El niño del planeta azul estaba deseando llegar para poder sorprender a su reciente amiguito con todos los avances científicos y tecnológicos de su planeta.
Cuando llegaron, el pequeño extraterrestre miraba todo con mucha atención pero no había en él asombro alguno. Le mostraron todos los avances tecnológicos. Los coches, los trenes de alta velocidad, los drones, y los robots que limpiaban las casas. Viendo todo este universo tecnológico pasó una  buena temporada.
Cumplido el tiempo establecido por las dos familias, partieron de regreso para dejar al pequeño niño del planeta blanco en su casa. Se despidieron todos, esta vez para siempre.
Bastante tiempo  después el niño terráqueo fue invitado a un programa de televisión para contar su experiencia con los extraterrestres.
El niño sólo dijo: ha sido una triste experiencia. Viven tan atrasados, su desconocimiento de la tecnología es tan pleno que me da mucha pena. No saben qué es la electricidad, desconocen el combustible y su funcionalidad. No conocen los automóviles, no saben qué es un ascensor y desconocen lo rápido que circula el A.V.E.
 En fin es para mí muy triste y penoso descubrir lo atrasados que viven. ¡ Ójala, algún día, aunque para ello tengan que pasar miles de años, puedan descubrir y llegar a gozar de la tecnología de nuestro mundo. Hasta que eso llegue, pensaré en ellos como personas inferiores pero a las que quiero.
El niño del otro planeta, del planeta blanco, estando bajo las estrellas en reunión con su familia y muchos otros miembros de su comunidad también fue  preguntado por su experiencia en la tierra.
Él les contestó: veréis ha sido una triste experiencia, una verdadera pena haber constatado lo atrasados que viven. Fijaos, todavía usan automóviles; la electricidad sustenta toda su tecnología;  ensucian sus enormes casas construidas con materiales que nosotros dejamos atrás hace millones de años. Tienen robot que limpien los que ellos ensucian. Tienen la tecnología que tuvo nuestra raza hace millones y millones de años, tienen inteligencia pero no está regada con la sabiduría lo que les hace ser de inteligencia seca.
En fin , para mí es una pena descubrir lo atrasados que viven. Quizá lleguen a evolucionar hasta llegar a nuestra forma de vida pero para ello harán falta muchos millones de años. No obstante cada vez que mire las estrellas recordaré que en un lugar llamado tierra hay un niño, una familia, a la que puedo querer. Por eso les acompañe en su arcaica nave para compartir con ellos más de su tiempo. De haber utilizado nuestra forma de desplazamiento en un segundo habríamos llegado a su primario planeta.
Quizá algún día lleguen a conocer nuestra forma de vida; y, levantándose del suelo, se elevó y se  trasladó algunos kilómetros hasta llegar a donde había un río, todo esto en un abrir los ojos.
Elevado sobre el río, mirando al agua, le preguntó  a un pez: ¿qué me vas a ofrecer hoy de alimento?; El pez le sacó del rio una especie de alga que le dio energía suficiente para volar unas cuantas horas elevándose  y jugando con las estrellas.
El pez le preguntó y ¿tú? ¿Qué me vas a ofrecer hoy? Y el pequeño extraterrestre mirando fijamente al pez, le acercó su mano y los dos volaron entre los árboles jugando con un viento indescriptible al que ellos llamaban Vayú.

Purificación García

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