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domingo, 7 de abril de 2019

AYER ESTUVE EN EL ENCUENTRO DE CATEQUISTAS Y SE VINO CONMIGO A CASA.

                 
                                

Ayer 6 de abril de este año del Señor 2019 tomó cuerpo un encuentro de catequistas   organizado por la delegación de catequesis de esta nuestra diócesis de Jaén, a la cual transmito mi agradecimiento por el esfuerzo y tesón de cada uno de los que han colaborado en la realización del mismo.

Sabemos por experiencia que cuando disfrutamos de acontecimientos que embellecen nuestro paisaje vital nos sumergimos tanto en lo que recibimos que puede ocurrir que no reparemos en todo el esfuerzo y tiempo que un grupo de hermanos nuestros han realizado, atendiendo primero de todo la urgencia de Dios, escuchando la sugerencia del Pastor de la Diócesis nuestro Obispo D. Amadeo y coordinando con la comunidad de Martos la novedad de realizar el encuentro  allí, en Martos.

¿Por qué en Martos?  Porque la ciudad de Martos celebra la conmemoración del VIII Centenario de su Reconquista por parte del rey Fernando III de Castilla, que tuvo lugar el 29 de julio del año de 1219, festividad de Santa Marta. Por este motivo, la Santa Sede ha concedido la celebración de un Año Jubilar al templo de la patrona de la ciudad.





El encuentro entre los hermanos catequistas de toda la diócesis siempre es un tiempo de alegría que nos hace vibrar por dentro y también por fuera claro está. Dios lo tenía todo muy bien preparadito, desde la lluvia de esa agua tan necesaria para nuestras hermanas las plantas y nuestros hermanos los ríos y para nosotros mismos, que nos acompañó hasta el umbral del templo protagonista de este año jubilar, como también esa otra lluvia que no la ven los ojos físicos sino que sólo es percibida por los ojos del espíritu y que nos hace sentir esa energía capaz de cambiar, con ardiente y amorosa paz, todas las cosas.


Acabada la peregrinación desde el templo de San Amador fuimos recibidos por nuestro obispo en el umbral del templo de Santa Marta y nos condujo al interior donde todo estaba preparado para celebrar la gran fiesta de los cristianos LA EUCARISTÍA. 




Como siempre disfruté de toda aquella fiesta y me traje para casa aquella catequesis en la cual   nuestro obispo hizo hincapié en su homilía:

Del Evangelio de San Juan. Cap. 11

- Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero aun ahora yo sé que cuanto pidas a Dios, Dios te lo concederá.

Le dice Jesús: 

- Tu hermano resucitará.

Le respondió Marta: 

- Ya sé que resucitará en la resurrección, el último día.

Jesús le respondió: 

- Yo soy la resurrección El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?

Le dice ella: 

-Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo.

Para mí el que nuestro Obispo nos hablara de esta parte de la sagrada escritura fue un caer en la cuenta de esta fe de Marta, la verdad me ocurría hasta ayer que cuando pensaba en Marta siempre escucha aquellas palabras del Señor: Marta, Marta…. Por eso tengo que agradecer a este encuentro de ayer ese otro horizonte en el que yo había reparado menos.

Después de haber sido alimentada nuestra alma con ese Pan Sabroso que es el cuerpo de Cristo y habiendo sido invadido nuestro cuerpo físico por esa maravillosa energía finalizó esta fiesta.

Después, este encuentro nos regaló el testimonio de fe auténticamente real, actual, desgarradoramente vivo de tres personas cuya experiencia de Dios produjo en mi interior una agitación muy muy grande hasta el punto que me llevó a interrogarme: …

                   










si este sacerdote que, antes que sacerdote es hombre, ha podido perdonar el asesinato de su hermano por el hecho de ser cristiano, que ha podido perdonar a aquellos que lo expulsaron de su casa , de su pueblo, de su país, junto con su familia ¿quién soy yo para no perdonar al que me hiere con su lengua o me pone obstáculos en mi vida? 
Este sacerdote es el Padre Naim Shoshandy (sacerdote iraquí) que comenzó su testimonio con una oración a la Virgen, la oró en arameo y  culminó su testimonio con la oración de Padrenuestro también en arameo. 

Otro testimonio lleno de la luz del Espíritu Santo fue el de la Hna. Dunia María Abdelaziz Minum (congregación de “Inmaculada Niña”)
Esta bella joven de origen bereber y nacida y criada en una familia practicante de la religión que profesan gran parte de nuestros hermanos, el Islam, nos dio un testimonio de fe con una fuerza tal que a mí me volvió a interrogar.
Todo el proceso en el que Dios mismo la introdujo para hacerla cristiana fue relatado por ella misma con muchísimo amor y con alguna que otra pincelada de humor y nos mantuvo embelesados a todos los que allí estábamos presentes.
Me pregunté a mí misma: si esta mujer ha sido capaz de aguantar con paz todo esto que nos cuenta, todo a lo que se vio sometida por el hecho de, siendo musulmana practicante del Islam, querer  desde lo más hondo de su corazón, ser cristiana, ¿Quién soy yo para querer abandonar tareas eclesiales por motivos o razones nada comparables con el devenir de esta joven?

Otro de los testimonios fue compartido por Tíscar Espigares (comunidad de Sant Egidio de Madrid. Cuando la presentaron me dije a mí misma: bonito nombre ese de Tíscar y es que siendo como soy natural de Quesada el nombre de Tiscar no pasa desapercibido ya que es el nombre de la patrona de mi pueblo la Virgen de Tíscar.

Pues bien, escuchando el testimonio de esta chica volvieron los interrogantes a mí. Cuando pensé la tarea que realiza  con su comunidad, cuando vi en mi mente como se acercaba a los que viven en la calle, como los llamaba por su nombre y se interesaba por ellos, vi claramente que estos que han sido obligados a vivir en la calle son la hierba que las sociedades modernas que, cual Othar caballo de Atila, han pisoteado a su paso hasta el abismo final.

Entonces me pregunto ¿por qué me siento bien cuando doy pan al que tiene hambre o vestido a quien lo necesita? ¿se puede esto que hago comparar con lo que hace  Tíscar y su comunidad?. Claramente NO. No es comparable. Sé que estas reflexiones duraran en mí largo tiempo.

Luego vino la hora de la comida a la cual no me quedé, tuve que irme. Por eso me perdí el concierto y digo bien ME LO PERDÍ, porque cada cosa buena en la que no participas, te la pierdes, y esa experiencia concreta YA NO LA RECUPERAS NUNCA.



GRACIAS A DIOS. GRACIAS AL PASTOR DE LA DIÓCESIS. GRACIAS A LA DELEGACIÓN DE CATEQUESIS. GRACIAS A ESTOS TRES TESTIGOS DE LA FE. GRACIAS A TODOS LOS QUE HAN COLABORADO PARA HACERNOS ESTE MAGNÍFICO REGALO.

NOTA IMPORTANTE: Las fotos y los vídeos que acabo de incorporar los han aportado las animadoras de catequesis arciprestales que generosamente, como ellas son, las han compartido en el grupo de whassap que nuestro delegado de catequesis José Antonio tuvo a bien crear. Gracias compis.



Purificación García.






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