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viernes, 19 de abril de 2019

DIME COMO HABLARLE AL QUE AMO, DÍMELO TÚ MADRE IGLESIA.




YA AQUÍ, habías elegido quedarte con nosotros para siempre.


¡GRACIAS SEÑOR! por querer quedarte REALMENTE  con nosotros.
Hoy mi corazón quería cantar a la soledad de aquél a quién ayer acompañé y que mi alma se negaba a abandonar.
Hoy buscaba qué cantarle, qué decirle, qué hablarle a mi Señor y, no sabiendo, pregunté a mi madre: Dime madre, dime iglesia ¿cómo le hablo al que tanto sufre? no se cómo hacerlo y mis palabras, por ser mías, me dan vergüenza.

Me respondió mi madre, me respondió la iglesia. Mira hija, que tu corazón se acerque al suyo olvidando la tristeza y ,con fe reverdecida, con amor antiguo y nuevo dile esto. Grítalo fuerte que llegue a todos los habitantes de esta casa común que es la tierra y que se remuevan los cimientos del ser de todos los habitantes del planeta.
Este himno me regaló hoy mi madre, este sentir de vida nueva y yo lo comparto con todos. GRACIAS A TI, MADRE IGLESIA.



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Himno: ¡Oh Cruz fiel, árbol único en nobleza!
Fuente: Liturgia de las horas.
¡Oh Cruz fiel, árbol único en nobleza!
Jamás el bosque dio mejor tributo
en hoja, en flor y en fruto.
¡Dulces clavos! ¡Dulce árbol donde la Vida empieza
con un peso tan dulce en su corteza!
1. Cantemos la nobleza de esta guerra,
el triunfo de la sangre y del madero;
y un Redentor, que en trance de Cordero,
sacrificado en cruz, salvó la tierra.
2. Dolido mi Señor por el fracaso
de Adán, que mordió muerte en la manzana,
otro árbol señaló, de flor humana,
que reparase el daño paso a paso.
3. Y así dijo el Señor: "¡Vuelva la Vida,
y que el Amor redima la condena!"
La gracia está en el fondo de la pena,
y la salud naciendo de la herida.
4. ¡Oh plenitud del tiempo consumado!
Del seno de Dios Padre en que vivía,
ved la Palabra entrando por María
en el misterio mismo del pecado.
5. ¿Quién vio en más estrechez gloria más plena,
y a Dios como el menor de los humanos?
Llorando en el pesebre, pies y manos
le faja una doncella nazarena.
6. En plenitud de vida y de sendero,
dio el paso hacia la muerte porque él quiso.
Mirad de par en par el paraíso
abierto por la fuerza de un Cordero.
7. Vinagre y sed la boca, apenas gime;
y, al golpe de los clavos y la lanza,
un mar de sangre fluye, inunda, avanza
por tierra, mar y cielo, y los redime.
8. Ablándate, madero, tronco abrupto
de duro corazón y fibra inerte;
doblégate a este peso y esta muerte
que cuelga de tus ramas como un fruto.
9. Tú, solo entre los árboles, crecido
para tender a Cristo en tu regazo;
tú, el arca que nos salva; tú, el abrazo
de Dios con los verdugos del Ungido.
10. Al Dios de los designios de la historia,
que es Padre, Hijo y Espíritu, alabanza;
al que en la cruz devuelve la esperanza
de toda salvación, honor y gloria. Amén.

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