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domingo, 11 de agosto de 2019

¿QUIEN ES TU ENEMIGO? ¿PODRÍAS AMARLE?





Amar a vuestros  enemigos y orad por los que os persiguen….. 
    nos dice el Señor.




Qué difícil es realizar esto que nos pide el Señor, más aún cuando sólo nos quedamos en la envoltura superficial de esta situación.


¿Qué quiere nuestro enemigo? ¿sólo hacernos daño?

Quizá sea ese su único objetivo.

¡ Sí!, seguro que sí.

Hacernos sufrir será, pues, la felicidad de quien nos odia. 


Si nosotros, los que sufrimos esta terrible persecución, no pasamos de este nivel, si sólo vemos el dolor o la sangre emocional que nos hace derramar nuestro enemigo sería, a mi modo de ver, humanamente imposible perdonar y, mucho menos, amar al artífice de tan dañino y venenoso regalo.

Pero nada está aislado en esta existencia. Cada hecho, cada experiencia, cada sentimiento está conectado a otro de mucha mayor extensión y embergadura.  

Si el sufrimiento, cuando nos llega, lo tomamos con los ojos puestos en Dios, con la mirada penetrando en la Cruz donde estuvo clavada la salvación del mundo, entonces nos llevará a obtener conocimiento, sabiduría, ciencia de Dios. Comprenderemos, pasado tiempo y experiencias, el por qué de todo aquello sufrido. Esta comprensión te dará tal libertad, te dará unas alas tan sutilmente capaces de pasear por las esferas el peso plomizo que antes nos ataba al suelo que, mirando a tu propio interior, dirás: Gracias Dios por esta sublime lección.

Gracias amados enemigos míos porque sin vuestro terrible esfuerzo en maltratarme de mil formas distintas haciendo del sufrimiento huésped perenne en mi casa interior, hubiera sido muy difícil, quizá, imposible que yo llegase a comprender el verdadero arte de VIVIR, que es vivir en DIOS.



Sí, claro que sí. Se puede perdonar al que te hace daño, se puede orar sinceramente por el que te persigue y se puede, pues, amar a los enemigos. No se llega a la cima de la montaña sin esfuerzo, sin sufrimiento, sin renuncia. Pero siempre cuando se llega a la cima, exclama el corazón: Gracias Dios, ha valido la pena tanto esfuerzo, sufrimiento, tanto tesón.





Purificación García.

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