Hoy el cielo
está alegre, tiene un nuevo huésped, un sacerdote aquí en la tierra y desde
ayer un habitante más en el cielo. Y yo meditando me pregunto, si por la muerte
carnal de Eduardo, el Cielo está alegre acaso ¿podemos, nosotros, estar tristes
aquí en la tierra? Claro que sí, pero nuestra tristeza no es desesperanza.
Eduardo durante el año de la fe estuvo viviendo, en sí mismo, el dolor y el
sufrimiento de la enfermedad. Pero sabemos que “la fe no
nos hace inmunes al sufrimiento nos hace inmunes al desaliento”.
Hoy muchas
personas están tristes y algunos sacerdotes a los que yo quiero mucho están muy
tristes. Así que desde este medio les doy mi abrazo que quiere transmitir paz y
sosiego.
y con el permiso pertinente, aquí y ahora, dedico esta oración,
que nació para un sacerdote, a D.Eduardo Moya Calahorro.
Oh Padre amado cuida siempre Tú de él
Sangre del Cristo, nunca le dejes caer
Él te ama tanto, te lleva en el alma
Que tu dulce mirada guíe siempre sus pasos.
Yo siempre te pediré en mi oración por
él
Mantenlo a tu lado por Jesús Cristo
amado.
Cuando le miro veo a tu iglesia crecer
Vive luchando sin jamás desfallecer
ama lo pequeño sin menospreciar lo
grande
y a tu noble fondo él da forma
admirable.
Yo siempre te pediré en mi oración por
él
acoge este canto y haz cesar su
quebranto.
Pues tu amor no tiene mesura
Espíritu de Dios disipa todo rastro de
duda.
Descansa en la Paz del Señor,
estimado Eduardo, sacerdote de Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario