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miércoles, 13 de noviembre de 2013

Que clase de aislante será



En la exposición del Santísimo Sacramento se escuchaba el vivo silencio, la gente acompañaba orando, meditando, pensando, visualizando, a nuestro Dios Eucaristía.  Podríamos exclamar como Pedro en el monte Tabor ¡ Señor, qué bien se está aquí..! El altar iluminado, el manifestador acogiendo a la custodia enriquecida con  el Santísimo Sacramento que es el centro de todo este momento, lugar donde todos los ojos se detienen, de donde mana la vida como cantaba San Juan de la Cruz  Aquella eterna fonte está escondida. ¡Qué bien sé yo do tiene su manida aunque es de noche!.

La puerta del Sagrario permanecía abierta como si tuviera ansias de volver, muy pronto, a tragarse a Aquel a quien acompañamos cada Jueves Santo sintiendo el miedo de saludar el nuevo día, el Viernes Santo.

Sólo Él sabe lo que surge en el corazón y en la mente de cada uno de los que estamos en oración. En el silencio parece que, incluso nuestro más leve pensamiento, puede tomar voz.

Sabemos que Él escucha hasta lo más ínfimo de nuestro corazón, sabemos que Él ve hasta la más fugaz ráfaga que surge en nuestro pensamiento, sabemos que Él siente y cuenta cada uno de los latidos de nuestro corazón; por eso le contemplamos y le adoramos refugiados en un silencio lleno de vida. Y yo me pregunto:  si sabemos que Tú, mi Dios Eucaristía, siempre estás aquí ¿por qué a diario cuando venimos al templo nos comportamos como si no estuvieras? El ruido, los móviles, el charlar con el de al lado. Pienso entonces ¿será que ahora el Señor no nos oye? ¿será que ahora el Señor no nos ve?  Debe ser que la puerta del sagrario haya sido construida con un metal u otro tipo de elemento, con un aislante tan potente, que es capaz de insonorizar  de tal forma que, el mismo Señor, no nos puede ver, que el Dios Eucaristía no nos puede oír, pero ¿puede haber un aislante de esas características? ¿ a dónde vamos a llegar?

Me dormí con esto en mi mente y en mi corazón y en sueños me instruyeron de esta forma:

¡Sí! Hay un aislante capaz de hacer esto, pero en distinta dirección, es decir, hay un aislante que te impide a ti misma oírme y verme cuando el sacerdote echa la llave en el sagrario dejándome dentro. Este aislante no está fabricado por materia física, este aislante está fabricado por materia de pecado, por los egos que llevas dentro. Así pues, pequeña alma que buscas sabiduría, no la obtendrás hasta que hayas eliminado hasta la última molécula de esa materia que te impide fundirte en mí. El aislante es muy, muy, muy fuerte y está compuesto por: ira, odio, resentimiento, envidia, mentira, gula, pereza, lujuria, codicia, soberbia y muchos otros. Pero debes saber que todos son cabeza de legión y no será fácil eliminarlos. He de decirte que cuando trabajes en eliminarlos tu alma irá vibrando con mayor intensidad, cuanto más trabajes y cuantos más elimines, más vibrará y puede llegar el momento que la vibración de tu alma sea de tal intensidad que quedes fundida dentro de mí.

Así que te doy instrumentos para el trabajo: amor, generosidad, amabilidad, misericordia, diligencia, humildad y muchos otros que, llegado el momento oportuno, te mostraré. La forma de uso la encontrarás en mi Palabra, mi Evangelio, y de vez en cuando te haré llegar lo que algunos, de los que están aquí conmigo, de mi escribieron y te lo regalaré para ayudarte un poco más. El lugar del trabajo es y siempre debe ser en ti misma, en el hombre interior del que nos hablaba San Agustín, porque trabajándote por dentro, casi sin darte cuenta, irás mostrando fuera una estela de armonía y paz que cada vez más olerá a mí. Así, como no sabes hasta cuando vas a estar aquí, no hay ni un solo segundo que perder.

¡Ah! Y ten muy en cuenta que yo siempre te veo, siempre te oigo, siempre te aprendo de memoria por dentro y por fuera aunque me encierren con siete llaves.

Desperté y respiré agradecida Él me había dicho que jamás nada ni nadie le impedirá verme y suspiré acordándome de las palabras de Pedro: ¿ A quién vamos a acudir? … sólo Tú tienes palabras de vida eterna.

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