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viernes, 25 de abril de 2014

EL PODER DEL SILENCIO


El poder de la palabra pasa el testigo al poder del silencio.


En el principio, cuando el hombre saboreaba las más sublimes mieles de la edad de oro, todo se movía, todo se creaba por el poder de la palabra. La palabra hundía sus raíces en su propia esencia y, con ella, todo era armonía creadora de las más sublimes notas. Tan sublimes que la grandeza iniciática de un Mozart o un Beethoven, ni siquiera, podrían haberlas imaginado.

Y todo acontecía en una sublime energía divina en esa maravillosa EDAD DE ORO. EDAD DE ORO según lo sublime, no según conocimiento humano alguno.

Y la palabra lo creaba todo y así  fue transcurriendo período tras período, edad tras edad hasta llegar a ésta , EDAD DE HIERRO, según el Espíritu. En esta actual edad en la que vivimos, la palabra ha sido saqueada, violada, vaciada, despreciada, separada de su esencia y tanta agresión ha sufrido que ha dejado de ser creadora, ha dejado de construir esas maravillosas armonías que hacen musitar a los planetas. A la palabra le ha sido arrebatado su poder. Ahora enmudeció y al enmudecer ha cedido su valor al silencio. Silencio ad extra, silencio ad intra. Ahora es el silencio el que tiene verdadero poder porque la palabra ha sido prostituida por tantas legiones de seres que un día, hace muchos mundos, fueron creados a imagen de DIOS.

Practiquemos pues el silencio. Suele ocurrir que cuando unos hablan los demás no escuchan y vicerversa y hacen de esta absurda práctica una forma de vivir más cuando alguien calla, cuando alguien practica el silencio, cuando alguien enmudece porque aún cree en la palabra, es entonces, cuando te obligan a hablar, cuando esperan escucharte, cuando quieren oír esos sonidos saliendo de tus labios, pero no quieren ni entender que los labios hablan de lo que canta y rezuma el corazón.

Por eso ahora hemos de vivir el poder del silencio. El silencio nunca debe ser un volcán a punto de estallar, el silencio ha de ser desde dentro hacia afuera, con la suavidad de la seda, con la paz del lago al amanecer.

No se puede hablar por hablar. Es la palabra demasiado importante como para usarla sin sentido. Es como si en un desierto desprovisto de la más mínima nube o manantial u oasis, encontramos una tinaja llena de fresca y transparente agua. ¿ beberíamos más de lo necesario? ¿ La dejaríamos gotear inútilmente? Sencillamente NO. Así, la palabra no deber ser degradada porque entonces nuestra garganta se convierte en cloaca y no debe ser cloaca lo que ha sido creado para ser taller de vibración divina.

Así pues es llegada ya la hora del silencio, de aquél sonoro silencio que el profeta Isaías puso en boca del Cristo que, ante Pilato, demonio de la mente que busca justificación para lo injustificable y se lava las manos ante la injusticia, hizo que la creación entera vibrara con alaridos de parto.


purificación garcía

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