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lunes, 4 de diciembre de 2017

La huella que dejaremos...


La huella que dejaremos……la huella que yo quiero dejar.
                            ….para cuando ya no esté…..

Una estela de pasos dibujada en el libro de la vida, un camino quizá no de rosas pero tampoco de espinas… ese…ese es el camino que yo recorrí.
Quiero imaginar que alguien, viéndolo de lejos, reconoce en él  a su autor  y, por afecto humano, quiere observarlo y saber cómo acabó. 

Se pone al inicio del primer tramo, lo observa,  y sigue con su mirada y su cerebro un tanto enfurecido le lleva a pensar : ¡Oye tú despabila que este camino huele a Cristo y tú no quieres saber nada de Él. Y yo, con un embrión de disgusto me arriesgo y continúo, continúo mirando este camino, recordando al hacerlo a aquella mujer que yo aprecié mientras estuvo aquí en este lugar sometido a tanta ley física.
Otro tramo más y ya mi cerebro se pone un poco impertinente e incluso, diría yo que soberbio y déspota y así me habla:¡ vete ya de aquí!. Hay por doquier miles de caminos que puedes seguir , caminos de personas que te quisieron a ti.
Pero yo  quiero seguir contemplando, imaginando, anhelando éste. Un tramito más en este sendero vital  y vuelve  mi cerebro a cansosear :¡mira! ¿no ves que este trazo está lleno de error, es que no te quieres comprender cuánto dolor causó?. Sí ya veo, pero mira cerebrito mío, continúa observando un poco más  y verás más adelante cuán alto nivel de rectificación, mira cuán honda fue su petición de perdón y mira,  fíjate bien,  que sosegada sonrisa esboza para ella Jesucristo su Señor.
Oye, masa neuronal, mira este tramo…mira cuánto dolor, cómo sufrió y aunque no de inmediato como se introdujo en los brazos del Señor, buscaba su auxilio, su misericordia, sus caricias, buscaba…buscaba su amor.

Y ¿lo obtuvo? Te pregunto yo que soy tu cerebro a ti ignorante observador de esta ruta. 
Míralo tú mismo maraña neuronal: ¿ves sonrisa en su rostro? Sí.

¿Notas la paz de su corazón? Sí.
¿Ves arroyo de odio o venganza en su interior? ¡ No!
¿Ves alegría compartida con los pequeñines? ¡ Sí!
Entonces ¿Qué más necesitas, orgulloso transmisor de órdenes nerviosas?  YO NO NECESITO NADA, pero exijo que tú no quieras seguir observando esta estela itinerante de alguien que por fin se extinguió.
Mi ruin cerebro, mira un poco más…mira hasta el final… mira fíjate bien donde termina, ¿lo sabes?  ¡ Sí lo sé!, No necesito verlo para eso tengo mi intuición. De mis neuronas obtengo la información y ellas me dicen que esto no acaba bien. 
Pues yo te digo ¡ Cerebro, no seas inútil!, usa tus atributos, expande tus artes, alarga las dendritas de cada una de tus células neuronales y mira si esto acaba mal.
El cerebro miró y observó hasta el final.
Yo pregunté ¿A quién crees que pertenece este camino sideral? Ya lo veo pertenece a esa persona a la que tú quisiste mucho y que  llevó en este mundo el nombre de purificación.
Pués yo, querido e ignorante cerebro, cuando me acerco a este camino es algo distinto lo que veo, algo diferente lo que noto. Presiento e incluso huelo la presencia de Jesucristo el Señor.
Eso quisiera yo que dijeran de mí, cuando no estando ya en este mundo, alguien quisiera acercarse a la singular estela que quedó plasmada en mi paisaje vital. Si esto, así ocurriera, realmente habría valido la pena este peregrinar.

Purificación Garcia.


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