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sábado, 15 de diciembre de 2018

Que enmudezca la garganta pero nunca..nunca el corazón






A veces es bueno pensar que la garganta enmudeció. A veces durante la celebración de la Eucaristía, en los momentos en los que la comunidad participa de ese esencial  diálogo con Dios, enmudezco mis labios pero no mi corazón.

Mis labios se sellan como si nunca hubiera yo tenido voz y mis hermanos todos a una, recitan el Padre Nuestro, el Cordero,  el Santo es el Señor  y  Dios me interroga y le responde el corazón : Padre mío  no necesito mi garganta para entonar una oración la recitan mis hermanos ellos son ahora mi voz.

Gracias Señor por mostrarme estos misterios, por no necesitar ya mi voz,  por permitir que mi corazón se inflame con el Espíritu de Amor y mis hermanos  hagan llegar a ti ese fuego hecho palabra  y lo eleven con su voz.

purificación García




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