Todos esperamos ver el milagro de
que el pequeño julen sea rescatado con vida.
Muchos esperan con el estómago
encogido, otros muchos esperan con ansiosa celeridad, quizá otros muchos
esperan con el corazón en un puño, cada uno según su sentir, esperan ver
aparecer arrancado de las entrañas de la madre tierra a un pequeño niño de dos
años para ser entregado a los brazos, quizá temblorosos pero indubitablemente
llenos de amor de la madre que durante 9 meses lo albergó en las suyas. Todos
esperamos ese milagro, todos anhelamos ver como el pequeño julen se reúne con
su familia, con su madre, con su padre.
Para mí, el milagro no es un sólo momento
sino la fragua de muchos momentos, la forja de dilatados acontecimientos.
Veo que el milagro comenzó a producirse en Totalán desde los
primeros momentos del inicio de la búsqueda.
Los profesionales que están
trabajando allí, sin perder la esperanza, esto es parte del milagro.
El hecho de oír decir a las
personas, que con absoluta entrega están implicadas en la búsqueda, esta preciosa
y conmovedora frase :Julen es el hijo de todos, todos somos padres de julen;
este sentir está empapado de milagro.
La escena real de ver que todos
los vecinos hayan abierto sus casas para ofrecer alimento y descanso a los que
trabajan sin cesar, esto mis queridos hermanos, esto está hidratado de milagro.
Que grupos de voluntarios se
encarguen incluso de proveer de alimento a los medios de comunicación que se
encuentran allí dando cobertura a lo ocurrido, eso también es milagro.
El hecho de que muchos
profesionales expertos se hayan desplazado desde muy lejos y estén impacientes
por entrar en el túnel y cavar con sus propias manos para abrazar al
pequeño julen, no cabe duda, esto es
milagro.
Que muchos se hayan reunido en
oración para pedir a Dios por el pequeño Julen esto sólo es movido por esa invisible
y divina energía que destila el milagro.
Pero lo que, para mí, tiene real
esencia de milagro es saber y escuchar por televisión que de todos los que
están allí, nadie se rinde, nadie ha tirado la toalla, todos tienen activa la
esperanza de encontrarle y encontrarle con vida.
Es como si un gigantesco campo de
milagrosa energía haya envuelto a Totalán y a todas las gentes que se han
desplazado allí para trabajar en el rescate.
Parece increíble que en un mundo
lleno de guerras, odios, sectarismos, egoísmos, crímenes, tiranías e
injusticias de todo tipo, ocurra que un pequeño pueblo, Totalán, nos haya
puesto delante de nuestros ojos el bellísimo paisaje de que el ser humano es
capaz de hacer el bien hasta el punto de
olvidarse de su propio bienestar por ayudar al indefenso.
Gracias Totalán porque ahora
siento en mi interior que este nombre Totalán ha trascendido los límites
geográficos. Ahora hay un Totalán al
cual yo quiero pertenecer.
Gracias Julen. Yo tampoco tiro la
toalla, desde aquí sigo orando por ti a Dios y a María que es la Madre
universal. Te quiero julen. Un beso.
Purificación García
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